El nacionalismo moderado pide valor para admitir “el fracaso del ‘procés’”
La relación Catalunya-España
La reunión de Poblet plantea desechar la vía unilateral y avanzar en autogobierno
La cita del nacionalismo moderado el 21 de septiembre en Poblet ya tiene un documento base sobre el que debatirán las 200 personas que componen este grupo de reflexión. Concretamente, el documento sobre “el conflicto entre Catalunya y España” pide “valentía” a las formaciones independentistas para admitir públicamente el “fracaso estratégico del procés”. “La independencia es un objetivo legítimo y al que nadie debe renunciar”, se subraya en el texto, pero su promoción “no debe confundirse con la capacidad de alcanzarla por cualquier medio”, ya que “la vía unilateral no era la mejor opción” en el caso catalán y ha sido “percibida desde España como una gran deslealtad”.
Las jornadas están coordinadas por Antoni Garrell, presidente de la Fundación Reial Monestir Poblet, y en el grupo figuran nombres como el exconseller Lluís Recoder, la senadora del PDECat Marta Pascal o exdiputados como el nacionalista Carles Campuzano o la exsocialista Esperança Esteve. Asimismo, en el proceso de debate –que no pretende cristalizar en una formación política nueva– participan representantes a título personal de Lliures, Avancem, Convergents o La Lliga. Se realizaran sesiones sectoriales –política, economía y cultura– y se concluirá con un debate general.
El documento político a debate considera el proceso soberanista “una oportunidad perdida” al haber adoptado una “estrategia errática e improvisada”. Y recuerda al conjunto del independentismo que “en el marco de un Estado (España) reconocido internacionalmente como una democracia liberal”, la promoción de la independencia “requiere grandes dosis de realismo, paciencia y perseverancia”. “Es un proceso –subraya– que sólo puede ser viable a través de fórmulas negociadas que combinen el principio democrático, el Estado de derecho y los derechos de las minorías”.
En cambio, a juicio de los autores del documento, la vía adoptada por los líderes independentistas “situó a Catalunya en una lógica antisistema, difícil de entender en algunos de los partidos que apostaron por esa vía”. Es más: el texto califica de “grave irresponsabilidad” una política de alianzas (en una velada alusión a la CUP) “que podía situar Catalunya a las puertas de un sistema político muy alejado del modelo de democracia” occidental. En este sentido, el documento advierte que “la democracia no es posible sin respeto a las leyes” y esa “disociación” ha tenido “efectos muy graves” en el caso catalán. De hecho, ni siquiera la mayoría social que impulsó el proceso soberanista era lo bastante “consistente”, ya que “las elecciones del 2015 se presentaron como un plebiscito, pero este no se ganó”. Y pese a ello, el independentismo optó por la “huida hacia adelante” y un camino que, “visto en perspectiva, ha sido un despropósito”.
No hay renuncia a la independencia, pero se ve un objetivo irreal a corto plazo y se opta por escenarios intermedios
El texto base fija los “déficits democráticos” del procés y cuestiona la legitimidad del referéndum del 1 de octubre, “en el cual no se sentía convocada una parte muy importante de la sociedad”.La consulta no cumplía, además, “las garantías mínimas para ser considerada una expresión democrática plena de la voluntad de la ciudadanía”.
A partir de ahí, el documento propone “repensar la estrategia soberanista”, lo que incluye “curar las heridas” y “recuperar el prestigio de las instituciones”, aunque el juicio del procés y la inminente sentencia, “que muchos catalanes ven como un escarmiento y una humillación, podrían radicalizar aún más la situación”. Pero, frente al riesgo de que se imponga de nuevo la “lógica de la unilateralidad” y sus secuelas de “autoengaño y victimismo”, el documento apela al realismo y a superar “entre todos el universo paralelo en el que vive instalada mucha gente, de una república retórica y inexistente”. La gestión de la sentencia, señala el texto, se ha de orientar a resolver “la situación personal de los afectados”, pero también “como un punto de partida para redefinir el proyecto político catalanista con un enfoque que prescinda de los radicalismos”.
En concreto, y frente a la “desconfianza mutua” desatada por el procés, los promotores del documento consideran “absolutamente imprescindible que desde Catalunya se haga un gesto claro”, de manera que “la política española pueda ser receptiva a ese gesto”. Ahora bien, el texto recuerda también la gravedad de las heridas internas que ha dejado el procés, con una Catalunya dividida en “dos partes iguales, una a favor y la otra en contra de la independencia”. Esa polarización “ha malbaratado el resultado de muchos años de política integradora” y ha conducido a una pérdida del “respeto por las opiniones contrarias”. Por ello, el documento propone “recuperar los grandes consensos del catalanismo” y “promover un nuevo entorno de confianza y lealtad” que propicie “un nuevo pacto político”.
Eso exige “nuevos liderazgos” que “defiendan los intereses de Catalunya, pero sin renunciar a influir en la política española”. Además, se debe “recuperar y actualizar el catalanismo integrador” con “propuestas sensatas y factibles”. En el catálogo de esas propuestas “realistas”, se incluye la defensa de un “marco jurídico” que permita ejercer “el derecho a la independencia”, en línea con la “doctrina de la claridad” de Canadá. Una propuesta, se admite, que puede parecer ingenua, aunque menos que la vía unilateral, que siempre debería ser el “último recurso”. Pero, por encima de todo, los promotores del documento señalan la “urgencia” de “recomponer la relación entre Catalunya y el Estado” a través de “un pacto de conveniencia” para el que existiría “margen de maniobra” y que permitiría generar “escenarios intermedios” hasta que cristalice una sólida mayoría independentista.
Propuestas de un “pacto de conveniencia” para alcanzar objetivos intermedios
Estatut del 2006.
Recuperación de las disposiciones declaradas inconstitucionales u objeto de interpretación restrictiva por el TC.
Reconocimiento nacional.
Hacer efectivos los derechos históricos de Catalunya y las cláusulas económicas de compensación estatutarias.
Ampliación de competencias.
Más transferencias en educación, lengua, cultura, derecho e inmigración. Garantizar los ámbitos de competencia exclusiva.
Organización territorial.
Modelo propio no supeditado a la división provincial.
Financiación.
Nuevo acuerdo que incluya una Agencia Tributaria única.
Relaciones con Madrid.
Reivindicación de un sistema de relación bilateral con el Estado.
Europa.
Estatuto de participación de Catalunya en la UE.
Reforma constitucional.
Reconocimiento de un régimen singular y claramente diferenciado para Catalunya. Referéndum acordado.