La hoja de ruta de Puigdemont, un libro escrito contra reloj
‘Reunim-nos’
El expresident apuesta por la unidad con una “dirección aliada” que tome las decisiones claves del independentismo y por la “confrontación con el Estado” como única vía a la república catalana
Carles Puigdemont acaba de publicar Reunim-nos. Reflexions sobre el retorn a la unitat (La Campana), un libro de 50 páginas en el que apuesta por replantear la estrategia del independentismo y tejer alianzas para la unidad del movimiento desde el respeto y la confianza entre los diferentes actores, algo que “ha tocado fondo” este verano, en palabras de una de sus personas de confianza, Elsa Artadi.
“Tenía que ser un artículo de opinión, pero, como dicen los clásicos, no he tenido tiempo de hacerlo corto. Por eso ha tomado forma de librillo”, ha explicado en sus redes sociales. Pretendía escribir un artículo que explicara la situación tras la polémica y las tensiones que ha habido entre los dos socios del Govern a cuenta de los pactos postelectorales –con el de la Diputación de Barcelona, los de municipios como Sant Cugat o Figueres y los acuerdos de los consejos comarcales como puntos candentes– . Pero el expresident ha acabado escribiendo su particular hoja de ruta y pretende provocar “un debate profundo” en las filas independentistas, como señala en la carta que acompaña al libro.
Se trata de un libro escrito contra el crono. Puigdemont recibió hace dos semanas en Waterloo la visita de Isabel Martí, editora y fundadora de La Campana. Fue el miércoles 17 de julio. Su editorial, que acaba de ser comprada por Penguin Random House, ya publicó La crisi catalana, una oportunitat per a Europa ,el libro entrevista de Olivier Mouton al líder soberanista. La visita se debía a que preparan otro libro con todo el archivo y las notas que ha acumulado el expresident desde enero de 2016, cuando llegó al Palau de la Generalitat. Tal y como desvela él mismo en el epílogo del librillo, esperará a las sentencias para publicarlo pero ya tiene el borrador listo. Desde La Campana explican que aún no hay fecha prevista.
Al término de la reunión en Bélgica, Puigdemont entregó a su editora diez folios con lo que debía ser un artículo de opinión después de los acuerdos de Junts per Catalunya y Esquerra Republicana con el PSC. Le había quedado demasiado largo.
En el avión, de regreso a Barcelona, Martí lo leyó y pidió al expresident que lo alargara para publicarlo en formato libro al entender que era un contenido relevante. El lunes siguiente, cuando arrancaba el debate de investidura de Pedro Sánchez en el Congreso, la editora recibió el borrador de Reunim-nos.
En apenas una semana se ha corregido, se ha imprimido en Capellades y se ha distribuido en las librerías. Además, se ha hecho llegar el texto a los diputados del Parlament y del Congreso de los partidos independentistas, a los dirigentes de sus formaciones, a los presos y a las entidades soberanistas.
“Dirección aliada” y el Consell per la República
Para alcanzar la unidad, el expresident apuesta en su librillo por una “dirección aliada” que marque objetivos y la hoja de ruta sin que los partidos se disuelvan en una organización paraguas y sin que la receta se aplique de forma homogénea en todo el territorio catalán. El modelo a seguir que se desgrana es el de la unidad de las formaciones soberanistas antes del 1-O y se trataría de reeditar lo que en su día fue el estado mayor del procés, pero con otro nombre y otros implicados.
Es su fórmula tras constatar que no es posible una estructura conjunta ante la negativa de ERC y de la CUP –a quien hace más de un guiño en el texto al hablar de las renuncias que se intentan imponer a las bases independentismo desde las instituciones y los partidos hegemónicos– para ese menester y que tampoco hay un partido hegemónico en su espectro político –en base al eje nacional– que se imponga y arrincone o erradique a los demás. “Conjugar el concepto de unidad y traducirlo a algo concreto es más complejo que simplemente poner en una lista gente de un partido y otro. Es necesario, en todo caso, un marco común y una actitud de verdaderos aliados y no competidores”, señala.
Conjugar el concepto de unidad y traducirlo a algo concreto es más complejo que simplemente poner en una lista gente de un partido y otro. Es necesario, en todo caso, un marco común y una actitud de verdaderos aliados y no competidores”
Por ello cree que la manera adecuada es implementar “una dirección política coordinada y empoderada que pueda imponerse a las inevitables tensiones partidistas que surgen” y que han afectado a las dos familias hegemónicas del independentismo después del referéndum del 1-O y que se palpan también entre las instituciones y la movilización. Propone algo así como un espació de “coordinación de las estrategias de partido” donde “sea posible conciliar los legítimos intereses de partido” con los de Catalunya.
“Si queremos vivir en una república independiente, sólo podemos conseguirlo desde la unidad política. La desunión no nos llevará”, concluye el expresident. La idea que plantea es que “todo lo que se hace fuera de la lógica de la unidad va en contra” de la causa independentista. Lo destacable es que al final del libro sugiere que el Consell per la República sea un espacio que permita a partidos e instituciones “disponer de la dirección aliada”.
Los pactos con el PSC
Sobre los pactos de los partidos independentistas con el PSC en la Diputación de Barcelona y en los consejos comarcales, Puigdemont apunta que “no son un problema en sí mismos”. Señala que la regla de oro que debe regir los pactos es “la reciprocidad y el reconocimiento mutuo”. “El problema es todo lo que lleva a hacer posibles determinados acuerdos y decisiones que aparentemente escapan a esta lógica”, añade.
Afirma que a raíz de los pactos y en un marco de desunión del soberanismo –sin aludir directamente a ERC, hay varias críticas a su estrategia en varios flancos y les llega a llamar de forma velada “teóricos de la desunión”– “se ha retornado a prácticas políticas que tanto se habían criticado en los años del autonomismo” y opina, en vista de los resultados electorales, que con listas unitarias la situación habría sido distinta.
En ausencia de una 'dirección aliada', abrir la puerta a pactar con los socialistas, en las actuales circunstancias, es posiblemente un error”
Tras admitir que la situación “no va bien” en la casa común del independentismo, defiende que los pactos con el PSC de los partidos soberanistas no son prácticas “ilegítimas, ni antidemocráticas, ni antipatrióticas”. De hecho, apunta que los pactos, “sobre todo los difíciles de explicar”, son “parte esencial en un sistema democrático” y un refuerzo. “No entiendo el progreso sin pacto”, remata.
En otro capítulo señala que “en ausencia de una ‘dirección aliada’, abrir la puerta a pactar con los socialistas, en las actuales circunstancias, es posiblemente un error”. “Pero no lo sería si entre todos hubiéramos convenido que la decisión más productiva para este momento, para consolidar posiciones o para evitar según qué, era posibilitar esos acuerdos”, contrapone. Con todo, los acuerdos que cerró el presidente del PDECat, David Bonvehí, con los socialistas catalanes contaban con la bendición de Waterloo.
La percepción de Pedro Sánchez
En otro de los puntos el expresident afirma que “a veces, las percepciones conducen al error”. En esa lógica situa “la percepción de que un Gobierno de Pedro Sánchez puede abrir la puerta al diálogo político” con Catalunya porque, a su juicio, Sánchez “replica al pie de la letra las mismas políticas” que el Ejecutivo del PP que presidía Mariano Rajoy y que en ese marco “ha llevado de cabeza a parte del independentismo”.
También lamenta que en las primeras elecciones generales posteriores al referéndum del 1-O y la intervención del autogobierno con el 155 el mantra fuera “frenar a la derecha” y cree que así “se ha blanqueado a los socialistas”. Pero se queja de que Sánchez “ha endurecido su negativa a dialogar con los independentistas” pese a los resultados de las elecciones generales del 28-A.
Ni siquiera hemos conseguido que los socialistas se desmarquen de la aplicación del 155”
Es en ese momento en el que el expresident opina que los pactos postelectorales con el PSC en la Diputación y los consejos comarcales, el acuerdo de la Mesa del Parlament para suspender a los diputados presos o la disposición para avalar la presidencia de Sánchez han contribuido a “blanquear –un apunte que usa en más de una ocasión– a los socialistas”, a quienes achaca el 155. “Ni siquiera hemos conseguido que los socialistas se desmarquen de la aplicación del 155”, apostilla para volver a pedir unidad.
Confrontación con el Estado y no violencia, el único camino
“Sabemos que, con los actuales recursos y las herramientas que tenemos ahora, la posibilidad de construir esta sociedad que queremos no está en nuestra manos”, señala sobre el proyecto de construir una república catalana. Añade a posteriori que “la regresión autonómica es una decisión que el Estado no revertirá” por mucho que se le dé “la garantía” de que se abandonará la lucha independentista y que se guardará la estelada.
El expresident opina que “el Estado no negociará nunca el derecho de la autodeterminación de Catalunya” y que ese será el muro con el que chocará el independentismo tenga los votos que tenga. Por ello aboga por la confrontación con el Estado y la no violencia como único camino para materializar la independencia.
El único camino que nos puede garantizar el objetivo pasa por una inevitable confrontación con el Estado”
Afirma que “el único camino que nos puede garantizar el objetivo pasa por una inevitable confrontación con el Estado”. “No es ni la preferencia de la mayoría de catalanes ni la opción más lógica”, admite, pero aboga por trabajar “con la realidad” y no “con la fantasía ni con la magia”. “El diálogo, la negociación y el referéndum acordado hoy sabemos que son fantasías”, sentencia el líder de JxCat, que define como “la más mágica de todas las ideas mágicas” pensar que “se configurarán mayorías políticas que derrocarán el régimen del 78”.
En esa tesitura, llama a trabajar con “certezas” y considera que “el realismo político excluye una resolución dialogada y negociada con el Estado sin pasar antes por una nueva etapa de confrontación”, que puede tener fases de más o menos intensidad.
Fomentar la idea de que la independencia puede llegar por otros caminos no es realista y me temo que ahora tampoco es honesto”
“Fomentar la idea de que la independencia puede llegar por otros caminos no es realista y me temo que ahora tampoco es honesto. Es una forma de hacer pasable una renuncia al estado independiente, pero no deja de ser una renuncia”, argumenta.
Sin embargo, reconoce que “el término confrontación no es agradable” al mismo tiempo que no se puede “esquivar”. Por ello Puigdemon pide “un sólido e irrenunciable compromiso de no violencia” al entenderlo como “el único camino para gestionar posibilidades de éxito en la confrontación”.
El diálogo, la negociación y el referéndum acordado hoy sabemos que son fantasías”