Unamuno, la banda y Aretha Franklin
Ya está. Pinchazo. Gatillazo y frustración, miradas de circunstancias, incertidumbre. De nada sirvió la segunda vuelta. ¿De nada? De algo sí. Sirvió para los ejercicios de prestidigitación en la tribuna de oradores y ante los micrófonos. Quien más, quien menos, se esforzó en aguzar el ingenio. Todos quisieron hablar para la historia. Este diario de sesiones del Congreso es de los que quedan, de los que se consultarán para escribir ensayos históricos. Un día abonado para el lenguaje solemne, para las grandes palabras, para el verbo acerado y la reivindicación de principios. Pero como el panorama es confuso, la mezcla de citas también lo fue. De nuevo, el portavoz del PNV, Aitor Esteban, brilló con luz propia. Los vascos siempre han dominado el castellano, y han tenido buenos oradores. Y hubo una que Esteban no quiso dejar pasar. Fue la alusión del portavoz de Vox, Santiago Abascal, a Unamuno. Abascal les espetó a los frustrados aliados de la izquierda un “no venceréis ni convenceréis”, parafraseando al Unamuno que en 1936 se enfrentó al general Millán Astray en la Universidad de Salamanca. Al diputado nacionalista vasco aquella mención le debió remover las tripas, porque empezó diciendo que, a la vista de la cita de Abascal, el debate de ayer en el Congreso se había convertido en “el mundo al revés”. Nadie, en suma, estaba donde cabía esperarle. Todos alterados, todos en tropel. Es lo que Albert Rivera llama “la banda”, aplicándole la denominación al conglomerado de supuestos apoyos de Pedro Sánchez. Un grupo heterogéneo, sin duda, que ayer acabó refugiado en la abstención. En materia penal, la pertenencia a una banda es circunstancia agravante. Aquí no. Aquí la abstención grupal es un compás de espera. De nuevo, citemos a Aitor Esteban. Y a Gabriel Rufián. Los dos se desgañitaron para intentar convencer a los púgiles, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, para que se declarasen amor político eterno. Pero lo que se declararon fue desamor y desengaño. “Menudo espectáculo”, dijo Rivera. “Un zoco de vanidades”, añadió Pablo Casado, parafraseando a Tom Wolfe. A lo que Laura Borràs, la portavoz de JxCat, sumó otras “155 razones” para votar no. Curioso, porque 155 fueron ayer los votos negativos para Sánchez. Pronto habrá libros en los que a la página 154 sucederá la 156. Y todo estaba tan tenso, que alguien tenía que provocar relajación. Fue Joan Baldoví, de Compromís. Pidió respeto para todos. Lo hizo de la mano de Aretha Franklin, citando su conocida canción Respect. La canaria Ana Oramas lo dijo de otro modo, citando a “las abuelitas” isleñas, que cuando querían reñir a los niños por algún estropicio infantil, les espetaban: “Están ustedes bonitos”. Eso mismo. Bien dicho. Estamos todos bonitos.