Prisioneros de sus palabras

Prisioneros de sus palabras

El debate sobre los presupuestos es una herida en el discurso independentista que ha relegado incluso el anuncio de la candidatura por Barcelona de Quim Forn desde la prisión de Lledoners. ERC y PDECat admiten que el escenario es más complejo de lo que pinta el presidente de la Generalitat, a quien se ha excluido a la práctica de la decisión sobre si se debe dar tiempo a Pedro Sánchez y permitir la tramitación de las cuentas. No porque lo dijera Joan Tardà, sino porque el propio Carles Puigdemont –con Torra a su lado– situó la decisión en manos de los grupos parlamentarios en el Congreso, lejos del Govern y de JxCat.

Torra es más prisionero que nunca de sus palabras. El miércoles por la mañana negó cualquier posibilidad de que ERC y PDECat dieran una oportunidad a los presupuestos y por la tarde auguró una crisis en el Govern si el voto de los socios independentistas era diferente. Entre un anuncio y otro, los republicanos habían avisado al president de que sólo ERC decide en ERC y, aun así, Torra sucumbió vehementemente delante de un micrófono a la política del no a todo lo que no sea un referéndum.

La situación evidencia las dificultades del president para controlar el lenguaje político. En el Govern recuerdan que su presidencia por delegación no le permite afrontar ninguna crisis ni remodelación del Consell Executiu –puede, eso sí, renunciar–, así que la frase pasará a reposar en un cajón de la mesa de Companys con el ultimátum de noviembre a Sánchez o la purga en los mossos.

Torra dijo no a los presupuestos antes de verlos y en los escaños del PDECat replicaron que “paso a
paso”. La mayoría de la dirección posconvergente, que estará mañana en Waterloo, es partidaria de tramitar las cuentas e incluso hay quien defiende negociar para votar a favor, pero la ascendencia de Puigdemont puede llevar el debate interno al colapso. El expresident era contrario a votar la moción de censura que llevó a Sánchez a la Moncloa y ahora no quiere una segunda vuelta con los presupuestos. ERC, expectante, también demora su posicionamiento. La reflexión en la ejecutiva arrancó el viernes en Ginebra con Marta Rovira pero la decisión se tomará en la sede republicana con la vista puesta en Lledoners y Madrid, donde Pere Aragonès explota el doble papel de vicepresident del Govern y delegado acreditado de Oriol Junqueras.

Por el contrario, la Moncloa ve en Torra sólo a un activista y ha empezado a diversificar sus interlocutores en Catalunya en busca de un relato más allá del proceso independentista. De Foment del Treball, a la PAH, pero también los alcaldes del Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB). Se quiere diversificar asimismo los objetivos públicos de inversión. “Invertir no es transferir a la Generalitat”, avisan en Madrid. El AMB es un destino interesante para la Moncloa y las cartas ya están sobre la mesa. En la reunión del jueves con el secretario de Estado de Política Territorial, tres ediles soberanistas reprendieron al Gobierno por la prisión preventiva de los líderes del 1-O, aunque confesaron que la música de recuperar inversiones estatales les seducía. “Si les gusta la música, para bailar hacen falta dos”, replicó el enviado gubernamental. Torra no quiere bailar, ¿y el resto?

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...