Madrid crea en el este un barrio como Mérida con un campus tecnológico
La nueva centralidad del este es el último reducto de suelo para vivienda que queda en la capital
Los promotores piden más agilidad en las gestiones y colaboración privada para tramitar los planeamientos
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Una nueva extensión de Madrid va a crecer por el sureste. Concretamente, por el último suelo residencial que queda en la capital, que iba a ser villa olímpica pero ahora se transformará en nuevos barrios. Son 5,5 millones de metros cuadrados de suelo que ... van a contar con 18.000 viviendas, dos kilómetros cuadrados de zonas verdes –poco menos de dos veces el Retiro– con dos enormes lagunas, y un campus tecnológico. Es la nueva centralidad del este, una zona residencial del tamaño de Mérida que tendrá hasta 60.000 habitantes.
Madrid crecerá, por tanto, por el este, sobre el suelo reservado en parte al antiguo sueño olímpico, y con un campus tecnológico que será una auténtica ciudad del conocimiento, y cuyo contenido se desveló ayer durante las jornadas 'Surestelab' organizadas por el diario Nuevo Sureste en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid. Un proyecto que se desarrollará en el punto en el que un estudio de la consultora Price Waterhouse Coopers sitúa uno de los extremos de la «elipse de la innovación»: una parábola en torno a la A-2 en la que se reúnen empresas, desarrollos científicos y de investigación, varios hospitales y universidades, y el centro Tecnoalcalá.
El campus será la guinda de una iniciativa urbanística, la nueva centralidad del Este, un «vacío urbano único con dos líneas de Metro, a 6 kilómetros del aeropuerto de Barajas, con un 30 por ciento de actividad económica y un 70 por ciento de residencial», en la descripción de los redactores del proyecto, Carmen Rivilla y Javier Munarriz.
Al sur del espacio, la explotación de las antiguas minas de sepiolita dejó dos enormes huecos que hoy son unas lagunas en las que pueden encontrarse hasta cien especies de aves, y que han quedado integradas en el proyecto del Bosque Metropolitano. Subiendo hacia el norte, estarán las viviendas, que se construirán en cuatro etapas, al ritmo de unas 4.500 en cada una. La última etapa será el campus tecnológico, frente al Riyadh Metropolitano. En total, 60.000 personas para una nueva ciudad del tamaño de Cuenca o Mérida, con diferentes distritos que sean autónomos en cuanto a servicios y equipamientos. Atravesados por una avenida forestal, y con ejes peatonales y ciclistas. Y rematada en el norte con una ciudad del conocimiento que tendrá interrelación con otras instituciones, empresas y entidades investigadoras. Y con un centro de datos que dará calor a todo el sector, explicaron desde el proyecto.
La nueva centralidad del este es el último de los crecimientos urbanos que podrá tener Madrid: cuando se terminen los actuales Berrocales, Ahijones, Cañaveral, Los Cerros y Valdecarros, y se desarrollen Madrid Nuevo Norte, la Solana de Valdebebas (al norte) y la Operación Campamento (al oeste), junto con algunas más pequeñas como Arroyo Butarque o la Ribera del Calderón. Pero las cantidades que se mueven en estos ámbitos son muy importantes. Como señalaba ayer durante las jornadas Surestelab el viceconsejero de Vivienda, José María García, «Madrid está en un gran proceso de transformación» que incluye las 51.600 viviendas de Valdecarros o las 20.000 de la nueva centralidad del Este.
Valdecarros son 19 kilómetros cuadrados de suelo donde hacer una nueva ciudad desde cero, del tamaño de Logroño o Salamanca; suficiente para ser un distrito en sí mismo. Contará con hitos como las dos torres de 40 plantas que coronarán la avenida principal, y que su arquitecto redactor, Valentín Merino, quería de 72 plantas, hasta que chocó con la autoridad aeroportuaria.
Además de esos rascacielos –que hacen a Merino definir la zona, entre bromas, como 'el Ghotam vallecano'–, este nuevo distrito de Valdecarros va a tener un parque en altura con una escultura singular, dotaciones generales como un centro cultural, un centro cívico o zonas deportivas, junto con otras más locales como residencias o colegios.
Recuperar la Herradura
El medio ambiente es una de las señas de identidad que más cuidan en sus presentaciones los promotores de estos nuevos desarrollos: en el de Los Cerros, autodefinido como 'la ciudad verde', se va a recuperar el Cerro de la Herradura, una zona degradada y sin uso en la actualidad, que se convertirá en una zona verde forestal con 137 hectáreas, miradores, caminos y senderos, 20 kilómetros de itinerarios peatonales y 12.000 nuevos árboles.
Tras la exposición de cómo serán estos nuevos barrios, llegó el momento de hablar de las fórmulas para agilizar los proyectos urbanísticos. Carolina Roca, presidenta de la Asociación de Promotores Inmobiliarios (Asprima), moderó una mesa en la que tomaron parte representantes de la administración y promotores. La petición de los últimos era unánime: hace falta suelo, y una gestión rápida del mismo. En estos desarrollos del este hay, hasta 2029, parcelas para casi 60.000 viviendas, cuantificó.
La Comunidad, explicó la directora general de la vivienda, María José Piccio-Marchetti, tiene promociones del Plan Vive en algunos de los desarrollos, como Berrocales y Ahijones, y es también propietaria del 15 por ciento del suelo en Valdecarros, a través de la Agencia de la Vivienda Social. La EMVS también desarrolla sus promociones de vivienda en el Cañaveral –hasta 13 en marcha ahora mismo–, con su Plan Suma, explicó Diego Lozano, consejero delegado de la EMVS.

Los promotores mostraron mucho interés en la aceleradora urbanística, recién presentada por el Gobierno regional. La consideran «una pieza útil si agiliza» las gestiones. Por eso, piden medidas como permitir los silencios positivos en la administración, extender las declaraciones responsables «allá donde se pueda» e incluso abrir entidades colaboradoras urbanísticas (ECU) para tramitar los planeamientos. Insisten en esto: «Hay más de 100.000 viviendas en el sureste de Madrid que necesitan un aporte de personal mucho mayor del que hay en el ayuntamiento: sería bueno utilizar organismos privados acreditados por organismos públicos», indicó Dictino Castaño, de Premier. «No es privatización, sino externalización de la gestión», matizaba Carolina Roca.
También identifican problemas es en las relaciones con las compañías suministradoras –luz, gas, agua–, donde proponen a la administración que «identifique los cuellos de botella» y «buscar mecanismos para eliminar esa absoluta dependencia que se tiene ahora» de ellas, y que «está retrasando» muchas viviendas, por falta de colaboración, dicen.
Un tercer problema que plantean estos promotores de vivienda es el de los suelos residenciales vacantes que no se ponen en marcha «y suelen ser proindivisos», señalan en Asprima. Los promotores pedían «actuaciones públicas que eviten que un suelo quede bloqueado, porque es lo que sube el precio». El consejero de EMVS recordó un caso en Villaverde, donde «conseguimos un 80 por ciento de suelo y el resto era imposible localizarlo». Expropiarlo con obligación de construir supone 10 años de tramitación, recordaba. Desde la Comunidad proponían «medidas compensatorias a pequeños propietarios en las juntas de compensación».
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