* El autor forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia.
A estas alturas, en todas las emisoras del Reino Unido hace semanas que lleva sonando sin cesar Last Christmas, el célebre tema interpretado por George Michael y Andrew Ridgeley, más conocidos por el dúo Wham!.
Y no solo han llegado ellos por Navidad, puntuales como cada año desde 1984, sino que también hemos recibido la poca deseable visita de la variante ómicron de la Covid.
Lo de Last Christmas viene a colación por doble motivo. Y por usar dos acepciones, las pasadas o las últimas Navidades. Me refiero al nuevo escándalo y nueva mentira, una más, del inquilino del número 10 de la londinense y popular calle Downing Street: Boris Johnson.
Las pasadas navidades (2020), cuando las restricciones eran más estrictas y en plena campaña navideña, parte del personal y del equipo de Boris Johnson, él incluido, se reunieron para ganar a un juego de preguntas y respuestas, el popular quiz party. Negando nuevamente tales hechos, el primer ministro británico tiene muchas papeletas para que éstas sean sus últimas navidades como tal.
Y es que la popularidad de Mister Johnson es inversamente proporcional a los casos por ómicron en el Reino Unido (hay declarados 60.000 casos oficiales diarios de la covid, que podrían ser en realidad 300.000,, ya que aumentan exponencialmente).
Pero, no solo los votantes laboristas han incluido entre sus peticiones a Santa Claus la caída política del histriónico y pésimo primer ministro conservador (relación si la hubiere).
Sus acólitos y los propios miembros de su partido, sugieren / desean su pronta dimisión. Al menos en los países anglosajones eso sí es posible y muy habitual.
Con este panorama, con la variante del virus disparada y con la credibilidad del gobierno en caída libre, esta semana se decidirá si se eleva a categoría 4, con las medidas de prevención y restricciones que ello conlleva, la alerta sanitaria por coronavirus.
Una situación que se nos antoja complicada, cuando quién tiene que dar ejemplo se dedica a saltarse las normas y a jugar, cuando la mayoría de los británicos no lo pudieron hacer con sus respectivas familias.
Confiemos en el bueno de Santa Claus y que atienda las peticiones de una gran parte de sociedad inglesa, harta de la mal llamada por estos lares "ambición rubia". Last Chrismas, Mister Johnson.
Perfil del autor
Román Alonso
Soy fotoperiodista desde hace más de 30 años. En la actualidad, resido en el sur de Inglaterra con mi familia. Colaboro con diversos medios. He realizado este vídeo con las imágenes de Londres un año después del inicio de la pandemia.