El deporte se ha convertido en la sociedad actual como un hábito indispensable en la población para el goce de una buena salud en un amplio espectro de sentidos; desde la prevención de desórdenes alimenticios hasta el mejoramiento del rendimiento cardiovascular.
Pero, el deporte no solo cumple beneficios funcionales para el cuerpo, también provee una fuente de entretenimiento y ocio; por ejemplo, el fútbol (el deporte rey a nivel mundial) se ha convertido en una disciplina de movilización de masas mundial que fomenta la integración multicultural. Sin embargo, a un nivel de sutileza más diplomático, es un componente de distracción ciudadana para soslayar problemas sociales elementales de la sociedad.
Distracción mediática
Éxitos que esconden fracasos
En este contexto, Perú es uno de los más afectados. Los últimos acontecimientos exitosos de la selección peruana en la clasificación al Mundial y en el subcampeonato sudamericano han sido una cortina de humo temporal para tapar las injusticias y los múltiples fracasos políticos de corrupción que vive el país, a pesar de ser la estrella macroeconómica de Latinoamérica, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).
No obstante, no todo es negativo, debido a que el fútbol también representa un motor de desarrollo social para jóvenes talentos de zonas urbanas marginales del Perú, como medio sostenible de reducción de inseguridad o delincuencia ciudadana.
Formación
Escuelas de fútbol base
Es necesario entonces que se apliquen políticas menos mercantilistas y más de formación, pues a pesar de poseer jugadores con excelentes capacidades para triunfar en el deporte rey, la escuela formativa de fútbol base presenta ciertas deficiencias en cuanto al ordenamiento táctico, técnico, tecnológico y metodológico de los jugadores.
Esto repercute en que los equipos no dispongan de un nivel de competitividad uniforme en su estilo de juego, ya que sus futbolistas juegan en diferentes ligas con amplias diferencias de calidad.
En tal sentido, Perú debería reflejarse más en otros países vecinos que sí apuestan fuertemente por políticas de futbol formativo, como lo hace Argentina, Uruguay, Brasil o Chile, que son las selecciones nacionales quizás con más recorrido y más temidas durante los campeonatos mundiales.
Invertir en políticas de formación significa que el talento de las generaciones que vienen hacia delante puedan mostrarse en el escaparate de Europa y que se dé oportunidades a miles de peruanos que viven en condiciones infrahumanas-
En otras palabras, el fútbol supone hoy en día dar oportunidades no solo a los niños, sino a familias y a pueblos enteros como medio sostenible para salir de la pobreza.