La pequeña gran China de Hungría
Lectores Corresponsales
Los miles de chinos residentes en las ciudades húngaras, sobre todo, en la Chinatown de Budapest, han acabado por representar un modelo positivo de autosegregación
Según los últimos resultados de la Oficina Nacional de Estadísticas, viven en Hungría unos 50 mil chinos. Se trata de la colonia más grande de Europa Central.
El proceso de inmigración empezó de forma significante a fines de los años 80, cuando el Gobierno estableció el libre visado para los ciudadanos chinos. En principio, llegaron para trabajar en la fábrica de medios de transporte Rába, cerca de Győr, a pocos kilómetros de las fronteras con Eslovaquia y Austria.
Para ello les construyeron, especialmente, una serie de bloques, que hasta el día de hoy se conocen como „la casa china” (kínai ház). Esta primera tentativa no cuajó y, pasados 3 años, prácticamente no quedaba ningún chino en Rába.
La mayoría se volvió a China, pero en paralelo empezaron a llegar, esta vez sin el control del Gobierno húngaro, miles de chinos que se dedicaban al comercio. Muchos se quedaron aquí, pero otros tantos siguieron hacia otros países de Europa.
Crecimiento
Colonia china en aumento
En 1992 la colonia china en Hungría ya había superado las 20 mil personas. El éxito del proceso migratorio se entiende sobre todo por la crisis económica de la China de aquellos años, pero también cabe recordar las manifestaciones contra el Gobierno chino, las persecuciones políticas, el estado de sitio y finalmente la matanza de Tiananmen de 1989, donde murieron unas 2.600 personas, arrasadas por los tanques y la infantería.
Por otro lado, en Hungría, con el cambio de sistema, entre otras cosas, los salarios habían quedado por los suelos, y fue de agradecer que llegasen productos baratos, al alcance del trabajador medio.
La segunda ola de inmigración china empezó no hace mucho, con la instauración del Programa para la obtención de la radicación (residencia permanente) mediante la compra de papeles del Estado por valor de 250 mil euros. Empezó en 2013 para ciudadanos de fuera de la Unión Europea.
Además de ser un negocio redondo para los nuevos ciudadanos inversores, contribuye a asentar la actual colonia, facilitando nuevas vías de financiación. En cuanto a la percepción de lo chino por parte de los húngaros, si bien los índices de xenofobia para el general del inmigrante han ido en aumento, en el caso de los chinos ha ido a la baja.
Según la encuestadora Tarki, el porcentaje de húngaros que ve como un peligro al extranjero ha pasado del 15% en 1992 al 56% actual. Y ello se ha visto reflejado en las recientes elecciones europeas, donde el partido ganador lo ha hecho enarbolando la bandera contra el inmigrante, por un porcentaje similar.
Xenofobia
De los discursos a los escaños
El odio a los chinos existió en los años 90, y coincidió con el avance de la extrema derecha, el MIÉP, que llegó a tener, en 1998, 14 diputados en el Parlamento Nacional. Hoy el Jobbik, heredero del anterior, cuenta con 26. Son marcadores que indican el crecimiento del discurso nacionalista y xenófobo.
El caso más sensacionalista de odio al chino, fue cuando en 1995 encontraron descuartizada a la hermana menor de Szong Van-Ju, hoy uno de los chinos más ricos de Hungría, propietario del centro comercial Monori de Kőbánya, el distrito X de Budapest.
Pero de esos tiempos violentos para aquí la sociedad está mucho más receptiva a la integración china. Incluso el propio Monori, se ha transformado oficialmente en Chinatown, y así se promociona entre locales y visitantes extranjeros.
Además de los puestos de compra, es un lugar donde uno puede saborear la verdadera cocina china, incluso hasta altas horas de la noche, cocina bien distinta de la que acostumbramos a ver en los carteles de los “chinos” de comida rápida. Sobre todo porque en la cocina china no se fríe tanto. En general, las comidas se hacen al vapor, con muchas verduras, legumbres y especies. No se usa ni sal ni azúcar.
Universidad
Estudios chinos
Además, hace años funciona en Budapest el Centro de Estudios Confucio, como parte de la Universidad ELTE de Budapest (Eötvös Loránd Tudományegyetem), en Múzeum körút del distrito VIII, donde los locales pueden estudiar chino.
Y en cuanto al sistema médico, en Hungría, como en otros tantos países occidentales, se sigue viviendo el auge de la medicina oriental, la china inclusive. Y no es raro que los locales visiten los distintos centros médicos, sobre todo el más famoso, el de Szállás utca del distrito X.
Fuera de Chinatown, que es realmente un invento de estos últimos años, la colonia china, que en principio es bastante numerosa, es prácticamente invisible. Mejor dicho, como bien retrata un documental sobre el tema titulado ‘Pequeño país, pequeña China’ (Kicsi ország, kicsi Kína, Spektrum 2015) se trata de una colonia bastante cerrada, con lógica y circuitos propios, autosegregada.
El documental está muy bien porque empieza por las preguntas que el ciudadano de a pie se haría frente a la cuestión china. ¿Qué sabemos de los chinos de Hungría? ¿Dónde viven? ¿Dónde pasan su tiempo libre? ¿Dónde están los viejos? ¿Dónde están enterrados? ¿La comida china es tal como la conocemos de los restaurantes de comida rápida? ¿Dónde están los niños? ¿Practican alguna religión?
Chinatown
La pequeña China de Budapest
Resumiendo, los chinos de Budapest viven en el distrito VIII y X, cerca del gran mercado chino, el de los 4 tigres: “Négy tigris Józsefvárosi Piac”, un mercado inmenso, en los terrenos de la antigua fábrica de trenes GANZ-MÁVAG, de esos en que uno se acaba perdiendo, con culis con sombreros de bambú, cargados y en tricimotos.
No suelen hacer ostentación del lugar donde viven, son discretos, en el mejor de los casos ponen todo el efectivo en un poderoso coche. Es fuerte el contraste entre las baratelas del mercado y los cochazos que se estacionan en la entrada.
El tiempo libre lo pasan en restaurantes del circuito chino, y sobre todo les apasiona el karaoke. Ancianos no hay muchos, porque pasados los 60 se vuelven a China donde acabarán sus días. Si la muerte sucede en Hungría, se incineran los cuerpos y se envían a su país.
Muchos niños tampoco se ven porque se van a estudiar a China, donde revitalizan su identidad nacional y estudian de verdad. Los chinos entienden que la educación en Hungría es mala. En el peor de los casos los mandan a la propia Escuela primaria y secundaria china-húngara de Budapest (Magyar Kínai Két Tanítási Nyelvű Általános Iskola és Gimnázium), de la calle Neptun del distrito XV. Hay un bus escolar que recoge a los chicos de otros distritos, del X y del VIII sobre todo.
Finalmente en cuanto a la religión, la mayoría son ateos, fruto del esfuerzo de Mao Zedong. Pero de a poco la iglesia calvinista se está haciendo un lugar entre ellos. En Budapest es la Asociación de la Iglesia China Calvinista de Hungría (Magyarországi Kínai Református Gyülekezet Egyesülete), hoy cita en Mázsa utca, en el distrito X. Al principio funcionaban en 2 grupos, uno fundado por un pastor coreano, el otro por uno estadounidense. Pero, a partir de 1996, están fusionados y oficialmente reconocidos.
Con lo anterior quiero decir que el modelo de autosegregación de la colonia China en Hungría es positivo. Es positivo para sus miembros en particular y para la sociedad húngara en su conjunto. La sociedad los interpreta como un elemento funcional, y poco a poco va reconociendo sus valores culturales, en positivo.
Lo curioso es que en general al hablar de integración de inmigrantes, parecería haber consenso general en que la segregación por simple definición no es buena, ni para el individuo, ni para la sociedad, digamos receptora.
Ahora, para terminar me gustaría especular sobre cuáles son los puntos que hacen de la segregación una forma positiva de integración:
Autosegregación.
La segregación no es impuesta. Y claro ejemplo de ello es el fracaso del proyecto en Rába.
Funcionalidad
Abastecen a la clase media y baja húngara de productos al alcance de sus ingresos.
Red propia de servicios
Cuentan con su propia escuela, primaria y secundaria, su propio circuito médico, su propio banco (Bank of China), su propia aerolinea (Air China), su propio circuito de entretenimiento, y con su propio periódico, “La brújula china” (Kínai iránytű).
Modo de producción con base en China
Hay quienes se refieren a ellos como una minoría transnacional. Todos los productos que venden provienen de China, y para ello es importante mantener buenas relaciones con los proveedores. Es común que viajen a China, para no perder sus lazos familiares, de amistad y sobre todo económicos. Buen ejemplo de lo importante que es para ellos este modelo con base en China, es que hoy al haber más competencia a la hora de comprar productos baratos, sobre todo textiles, la solución no ha sido dedicarse a otra actividad mercantil o profesional, si no diversificar los productos de venta, siempre trayéndolos de la Casa madre. Además, tampoco recurren a los métodos de financiación del circuito húngaro. De necesitar dinero lo obtienen directamente de las empresas estatales chinas, del propio Bank of China de Budapest, o de los chinos ricos que han llegado los últimos años a Hungría, con el sistema de papeles del Estado y radicación.
Buen sistema educativo chino
Para muchos chinos el sistema educativo de su país es bueno, es mejor que el húngaro, y da mejores resultados. De ahí que el hecho de que los niños viajen a casa de sus abuelos no solo refuerza las relaciones sociales, sino que crea individuos mejor preparados para continuar el negocio familiar. Por otra parte que los niños no estén con sus padres, les permite trabajar más y ser más flexibles, incluso atendiendo negocios en otras ciudades húngaras, o países de alrededor.
Endogamia
La legislación china no permite tener doble nacionalidad, por lo que a la gran mayoría ni se les ocurre. Por otro lado se prescribe que los matrimonios sean con personas de la colonia, incluso de las mismas provincias de donde proviene la mayoría (Fujian y Zhejiang). El estatus legal de un individuo influye drásticamente en el proceso de mestizaje.
Confucionismo
Puede que uno de los secretos de la milenaria sociedad china sea su espíritu confucionista (Confucio, 551 aC - 479 aC), en tanto priorizan la idea de sociedad frente a la de individuo. Es decir, la realización del individuo está supeditada a la realización del grupo. De esta manera, incluso se puede explicar el sorprendente grado de satisfacción de algunos chinos, los culis, que no se benefician de los grandes ingresos que la colonia genera.