Cualquier persona que habite en un entorno urbano está acostumbrada a convivir con mensajes normalmente breves escritos en las paredes de los edificios –con gran frecuencia en contra de la voluntad del propietario– que pueden estar acompañados o no por imágenes.
Son los llamados graffiti (del griego grafos: grabar, escribir), quizás uno de los productos más populares de las subculturas urbanas.

El grafiti ha causado problemas y altos costes para limpiar los vagones de tren.
El graffiti suele tener connotaciones negativas y su práctica está asociada a nivel popular con el vandalismo.
Esta conexión tiene su origen en la Teoría de las Ventanas Rotas formulada por los criminólogos Kelling y Wilson en 1982. Se basa en la idea de que la contemplación del resultado de delitos urbanos fomenta que estos se sigan produciendo, de ahí que se promueva su erradicación.

Grafiti.
Normalmente las autoridades suelen tener tolerancia cero con el graffiti, lo que contrasta con el incentivo y apoyo que suelen proporcionar al arte urbano, que se ha convertido en los últimos años en un aliciente turístico y económico en las ciudades.
La práctica del graffiti no es un fenómeno reciente. Se han descubierto restos en las pirámides de Egipto, en la ciudad de Pompeya, en algunos edificios medievales e incluso en las murallas de la Alhambra de Granada.

Paseando frente a un grafiti.
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