Ni la pandemia para la siega
Las Fotos de los Lectores
El cultivo del trigo por iniciativa de los humanos provocó una auténtica revolución agrícola que ha llegado hasta la actualidad como una fuente básica de alimento
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“Cuando llega la cosecha, los procesos de recolección son diversos. Todo comienza con la cosechadora que se queda el grano y escupe la paja. El grano se descarga en el remolque del tractor para ser llevado a la cooperativa. La empaquetadora recoge la paja y la convierte en una bala que, junto con las otras, serán llevadas a sus puntos de almacenamiento”.
Así describe Josep M. Coll en Las Fotos de los Lectores de La Vanguardia la serie de fotografías sobre la siega que ha querido compartir y que demuestra que ni pandemia ha impedido este año llevar a cabo esta actividad.
“Trigo en el saco y bien atado (“blat al sac i ben lligat”, en catalán)”, afirma el lector a la hora de mostrar sus instantáneas.
El trigo es uno de los tres granos más ampliamente producidos globalmente, junto al maíz y el arroz. Los criterios actuales para la selección del trigo no tienen mucho en cuenta su valor nutricional, sino sus cualidades desde el punto de vista funcional para preparar alimentos procesados, especialmente en los países desarrollados, razón por la cual se emplean variedades con alto contenido en gluten.
La palabra ‘trigo’ proviene del vocablo latino ‘triticum’, que significa ‘quebrado’, ‘triturado’ o ‘trillado’, haciendo referencia a la actividad que se debe realizar para separar el grano de trigo de la cascarilla que lo recubre. Triticum significa, por lo tanto, ‘el grano que es necesario trillar para poder ser consumido’.
El cultivo del trigo por iniciativa de los seres humanos provocó una auténtica revolución agrícola en el denominado creciente fértil (región histórica que se corresponde con parte de los territorios del Levante mediterráneo, Mesopotamia y Persia).
El ser humano pasó de una alimentación basada en la caza y la recolección a una dieta con un alto contenido en cereales”
La semilla de trigo fue introducida a la civilización del antiguo Egipto para dar inicio a su cultivo en el valle del Nilo desde sus primeros periodos y de allí a las civilizaciones griega y romana.
La diosa griega del pan y de la agricultura se llamaba Deméter, cuyo nombre significa ‘diosa madre’, su equivalente en la Mitología romana es Ceres, de donde surge la palabra ‘cereal’.
En Roma, el gobierno aseguraba el mantenimiento de los ciudadanos sin posibilidades económicas abasteciendo trigo a un bajo precio y regulando la molienda y fabricación del pan, ya que era una práctica común su racionamiento.
La molienda y la cocción eran actividades que se realizaban en forma conjunta, de tal forma que se diseñaban en la antigua Roma molinos - hornos con una alta capacidad de producción.
El trigo fue introducido en América por los colonizadores españoles. Un esclavo de Hernán Cortés, encontrando tres granos de trigo en una bolsa de arroz, enviado desde España, los conservó bien y los plantó en 1529”
Hasta el siglo XVII no se presentaron grandes avances en los métodos de cultivo y procesamiento del trigo. En casi toda Europa se cultivó el grano de trigo, aunque en algunas regiones fueron preferidos el centeno y la cebada (especialmente en el norte).
La invención del molino de viento generó una nueva fuente de energía, pero por lo demás no variaron los métodos de trabajo utilizados.
A finales del siglo XVIII se presentaron algunos desarrollos mecánicos en el proceso de molinería, pero ya en el siglo XIX aparece el molino de vapor, con rodillos o cilindros de hierro que representó un cambio radical en la molienda.
A raíz de las dos guerras mundiales se hizo evidente la necesidad de aumentar la producción para satisfacer la creciente demanda de alimentos de la población. Se produjo entonces la denominada revolución verde (segunda mitad del siglo XX) y hoy en día el trigo continúa siendo vital, incluso —o sobre todo— en época de pandemia.
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