El 47.º presidente de EE.UU., el día de su toma de posesión, ha vuelto a manifestar que Dios desvió la bala y lo salvó para que pudiese llevar a cabo su cometido. En mi ignorancia agnóstica pensaba que, si Dios existe, ha de ser bondadoso, protector de los débiles, de los desprotegidos, de los justos, de los perseguidos, de los limpios de corazón. Pero no observo que el reelecto presidente posea ninguna de las virtudes ni cualidades estimadas por Dios. Trump se mofa de la justicia, cierra las fronteras a los migrantes, aumenta la censura, persigue a los adversarios políticos, se aparta de la OMS, prohíbe la libertad de género, se retira del acuerdo climático de París, indulta a los que asaltaron el Capitolio… En algún sitio he leído: “No usarás el nombre del Señor tu Dios en vano. No dejaré sin castigo a quien se atreva a usar mi nombre sin el debido respeto”.
Víctor Calvo Luna
València