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Patinir, el sol escondido de la pintura flamenca

Lectores Expertos

Fue un pintor puente entre el medievalismo latente del siglo XV y las formas y conceptos humanistas del XVI

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Detalle del cuadro 'San Jerónimo en el desierto'.

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* El autor forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia

Es tiempo de acercarse a la biblioteca de El Rincón de Prometeo de Biescas y revisar libros, amigos de siempre. Llega a mis manos Los duendes del Prado, bello ejemplar que me dedicó Rof Carballo en su domicilio madrileño de la calle Ayala. 

Decía que "los duendes son un encanto inefable que retornan siempre y su morada es el museo del Prado; entretienen y enseñan; acaso alguna vez consuelan, siempre escurridizos, descubren una nueva alegría partiendo de las estrellas más lejanas y de los inacabables secretos del hombre ". 

Rof se fijó más en el Bosco, Goya, Rubens. Mi mirada hoy se dirige a Joachim Patinir y sus duendes.

Entrando al Prado por la puerta de Goya y descendiendo las escaleras hay tres pinturas que me impactan: El Descendimiento, de Van der Weyden, un exceso de belleza; La Anunciación, de Fra Angélico, que llegó al museo desde el Convento de las Descalzas Reales; y El Jardín de las delicias, de El Bosco, misterioso y mágico, que atrae la mirada de casi todos los visitantes.

Joachim Patinir

Joachim Patinir queda algo relegado al fenómeno El Bosco. Creo que necesita una atmósfera propia y diferenciada. En el cielo pictórico caben todas las estrellas.

Patinir nació en 1840. Fue un pintor puente entre el medievalismo latente del siglo XV y las formas y conceptos humanistas que alcanzarían su consolidación en los territorios de Flandes a lo largo del s. XVI. Tuvo como maestro a David.

Los paisajes de Patinir envuelven a sus personajes en inmensas y fantásticas atmósferas sin límites definidos entre lo real y lo imaginario. La gradación de sus verdes, azules y violetas es insuperable. Otorgó a la naturaleza en sus composiciones el papel de protagonista relegando las figuras a un plano secundario. La intensidad de sus azules es legendaria. Con Patinir comenzó un modelo de paisaje.

La intensidad de sus azules es legendaria. Con Patinir comenzó un modelo de paisaje

Patinir seduce con el halo onírico y enigmático de sus obras, con su paleta compuesta de una hipnótica gama de colores y una temática que gravita sobre la lucha entre el bien y el mal, el vicio y la virtud.

En El paisaje con San Jerónimo se ve un primer plano al Santo traductor de la Biblia, con su león en la gruta. El motivo capital es la descripción de un paisaje fantástico con imaginarios parajes de rocas, flores, iglesias y pueblos de caudalosos ríos con un horizonte de luces y colores inciertos. Es pintor de utopías.

El paisaje con San Jerónimo.

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En Las tentaciones de San Antonio Abad se vuelve a repetir el tema del ermitaño. En las nubes que cubren el cielo hay escenas diabólicas. La cola recamada del vestido de una de las tentadoras acaba en algo que se asemeja a la cola de una serpiente, y con ella armoniza a la perfección la manzana que su compañera, cual moderna Eva, ofrece al ermitaño. Se resiste mientras le tira del manto un avieso monito, símbolo de la maldad demoníaca, cerca del cual se ve un rosario arrojado al suelo.

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Las tentaciones de San Antonio Abad.

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En El descanso en la huida a Egipto, motivado por la matanza de inocentes ordenada por Herodes, la imagen central corresponde a la Virgen que amamanta al Niño. San José está a la izquierda con un pequeño cacillo de gachas. Los soldados de Herodes salen del trigal que, con su crecimiento milagroso, ha ocultado a la Sagrada Familia de sus perseguidores. El hijo del granjero desvía a los soldados del lugar donde descansan la Virgen y el Niño.

Paisaje con el descanso en la huida a Egipto.

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El paso de la Laguna Estigia descubre al barquero Caronte, que transporta un alma humana desde el Paraíso Terrenal hacia el infierno, cuyas puertas guarda el Can Cerbero con sus tres cabezas. Aquí se funden religión y mitología, paraíso e infierno, ángeles y fuego eterno, las tinieblas y los paisajes brumosos.

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El paso de la Laguna Estigia.

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Joachim Patinir fue un pintor enigmático amante de ermitaños, paisajes bíblicos y mitológicos, que creó nuevos paisajes, nuevos formas y conceptos humanistas. La elevación del punto de vista de sus cuadros le permite llevar a cabo nuevas descripciones.

Patinir es un sol escondido de la pintura flamenca, con una gran energía lírica en sus escasos e intentos cuadros. Durero dijo de él que era "un buen pintor de paisajes".

Permítanme, en honor a Rof Carballo, declarar al Museo del Prado "Patrimonio Artístico de Duendes de la Humanidad".

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"La ciencia puede decir lo que es exacto, pero no lo que es humano"

Georgina Largo Coma
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