Siguiendo la amable invitación de Norbert Bilbeny en “Los antivacunas y la ética” (Opinión, 3/VIII/2021) para pronunciarnos sobre los detractores de la vacunación, me permito algunas modestas aportaciones.
Soy magíster en Bioética por la UCM y doctor en Medicina por la UB, y por tanto, con muchas carencias. Los sabios están en redes sociales... claro.
Bajo el prisma bioético, toda persona tiene derechos fundamentales: elegir (autonomía), elegir lo que más le beneficie (beneficencia). De todos modos, tiene dos deberes: evitar hacer daño con su conducta ( primum non nocere ), y debe respetar la ley (justicia). Hay 80.000 personas que no podrán opinar (DEP). No tengo recetas maravillosas. Me permito sugerir que los detractores de las vacunas lean al filósofo Paul Ricoeur para entender al otro, al que tenemos al lado.
La bioética no se conforma con lo legal y aspira a lo óptimo. La justicia es el manto que debe cubrir el mayor bienestar de los ciudadanos y debe ser uniforme para todos.
Gracias, señor Bilbeny.
Joaquín Callabed
Barcelona