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Immanuel Kant, ¿el creyente?

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El filósofo creador del "imperativo categórico" comenzó a dudar de Dios a raíz del terremoto de Lisboa de 1755

Immanuel Kant

Terceros

Hablar de Immanuel Kant es hablar de La crítica de la razón pura. Pero, ¡hablemos del "otro" Kant!... 

... 1,59 metros de estatura, complexión frágil, el cráneo de importantes dimensiones, propio de un matemático, descansa sobre un cuerpo frágil, algo maltrecho y su estrecho tórax le causará problemas de respiración durante toda su vida.

Debajo de su abundante cabellera rubia, un rostro de expresión risueña y bondadosa, con unos grandes y brillantes ojos azules.

¡Y no se le conoció ningún amorío a lo largo de toda su vida! Así era Kant que nace el 22 de abril de 1724 en la ciudad de Koenigsberg, la actual Kaliningrado (Rusia).

Pueblo de Pescadores, en Kaliningrado

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Es el cuarto de 12 hermanos que sobrevive a todos, menos a una hermana. A su madre le llama la atención la inteligencia, fuera de lo normal, del niño, y logra que, a los 8 años, comience a ir al colegio, lo cual no era obligatorio ni habitual.

Le atraen las Matemáticas, la Filosofía, la Teología, la Lógica y, para calmar su sed de saber, también se interesa por el Derecho. 

Tras estudiar la lengua hebrea, Kant decide cambiar su nombre de Emmanuel a Immanuel"

Como estudiante, vive en una comuna. Su pobreza es extrema y, cuando hay que coser algún agujero en su pantalón, tiene que llevar el de un amigo, pues él solo tiene uno. 

Más en adelante, y como muchos otros pensadores de la época, se ganará el más que escaso pan de cada día como profesor particular. Y no será hasta largos años de auténtica penuria, cuando a los 46 es nombrado profesor de Metafisica y Lógica. Y su salario sube un 300%.

Las ruinas del convento do Carmo, destruido en el terremoto del año 1755 en Lisboa.

Isabel Subirana

El terremoto

Kant trabaja como profesor privado en la Universidad de Koenigsberg, cuando a la edad de 31 años, su profunda fe recibe un duro golpe. Durísimo. Y como él, miles y miles de personas. 

Amanece el 1 de noviembre del año 1755, el día de Todos los Santos"

Tras una primera sacudida de 4-6 minutos, Lisboa, la capital de Portugal, prácticamente desaparece, queda enterrada bajo los escombros. Un terrible terremoto, seguido por tres tsunamis y un incendio, destruye prácticamente toda la ciudad.

"Incluso las iglesias, las Casas de Dios", diría luego la gente, incrédula. Hablan de incontables víctimas mortales. ¿50.000, 100.000? No se sabrá nunca con certeza. 

Y ese es el motivo por el que el joven Kant, en su llamada fase pre-crítica, dejará de ser optimista. 

Asimismo, los grandes pensadores del momento, ante la magnitud del terrible suceso, comienzan a dudar de Dios, y es en este mismo año cuando Kant, como "el más sumiso de los siervos", publica una pequeña obra, dedicada Federico el Grande, rey de Prusia, en la que estudia El nacimiento del mundo.

Es la respuesta científica, corregida posteriormente por él mismo -gracias a conocimientos adquiridos posteriormente- la que sigue siendo la explicación más moderna que se ha escrito acerca de este terrible suceso que conmovió el mundo entero.

Alegoría del terremoto de Lisboa de 1755, obra de João Glama.

Otras Fuentes

El astrónomo francés Marqués de Laplace, 50 años más tarde, confirmaría la teoría de Kant que con ello se convierte en el primer científico que habla de causas exclusivamente naturales de la creación del Universo, con lo cual Dios solo aparece como el que "facilita la materia prima". 

En cambio, en los trabajos de construir el universo, ¡Dios ya no es necesario! Con orgullo, Kant podría pronunciar aquella frase: "Dadme materia prima, y yo voy a crear un mundo".

¿Acaso él excluye a Dios de la creación? No del todo, ya que traza una clara línea de separación entre Creación y Nacimiento del Universo"

A pesar de su clarividente sentido común, muestra un extraño interés por lo que hoy en día llamamos "ciencia ficción", pues dice Kant que la mayoría de los planetas seguramente estarían habitados, y si nosotros lo queremos ignorar, es actuar como un piojo en la cabellera de una persona que cree imposible que haya piojos en otras cabelleras. 

La Luna y el planeta Tierra

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Y continúa diciendo que cuanta más distancia haya entre el planeta Tierra y el Sol, más creatividad, por lo que, según él, para realizar una labor determinada, los habitantes de Júpiter invierten tan sólo 5 horas, frente a las 12 horas necesarias en la Tierra, debido a la menor distancia con el Sol! 

Rechaza rotundamente un intercambio de los habitantes de ambos planetas, pues por el clima no lo resistirían"

A la edad de 46 años, es nombrado profesor de Metafísica, y una de sus obras más importantes, Crítica de la razón pura, es publicada en 1781. 

Su título tiene un doble sentido: La Razón Pura es el objeto que se critica y, al mismo tiempo, la razón pura es el instrumento que se utiliza para realizar la crítica! 

Y ocurre algo extraño: aquel Dios que Kant había expulsado en su Crítica de la Razón pura, por la puerta trasera, en su Crítica de la Razón práctica, le hace regresar, también por la puerta trasera, diciendo: "Creemos en Dios porque tenemos una profunda necesidad para creer en él, ya que nuestra razón práctica nos exige que Dios exista." 

En cuanto al llamado Imperativo Categórico, añade que debemos actuar de tal manera que las máximas de nuestra voluntad puedan ser, al mismo tiempo, los principios de una legislación general.

Retrato de Inmanuel Kant.

Otras Fuentes

Por fin, a los 63 años, se puede comprar una modesta casita donde vivirá con su criado, llamado Lampe, un antiguo soldado prusiano. 

Hoy en día, un psicólogo le diagnosticaría a Kant una importante neurosis, especialmente, del orden"

Lampe tiene la estricta obligación de despertarle cada día poco antes de las 5, y si Kant no se levanta, no debe tolerarlo bajo ningún aspecto, para que Kant luego pueda llevar a cabo, al minuto, su plan diario de trabajo. Para desayunar, dos tazas de té, nunca café, ni tampoco cerveza. Y fuma pipa, una al día.

Desde las 7 en punto hasta las 9, recibe en una sencilla sala de la planta baja a sus estudiantes, unos 20 máximo. Nunca habla de su propia filosofía, pero sus conferencias son famosas. 

Habla en voz baja, su mirada se pierde entre sus oyentes, y tan sólo un botón que pudiera faltar en la chaqueta de uno de sus oyentes, ya le distrae.

A las 9 en punto, se retira a su modesto estudio. El único adorno, encima de su escritorio, un retrato de Rousseau por el que siente una profunda admiración. No tiene una biblioteca propia. De joven, tuvo que vender sus libros. Para sobrevivir. Solo tiene los ejemplares de aquellos autores que le han pedido su criterio.

El filósofo Jean-Jacques Rousseau.

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Ya vestido, a las 1 h en punto, recibe a sus buenos amigos, nunca menos de tres (las tres gracias), ni más de nueve (las nueve musas). Y ¡cómo le cuidan! Todos le llevan algún detalle. 

Uno le prepara las pipas para toda la semana, otro le lleva su vino favorito, también para toda la semana (Kant bebe cada día una botella de vino), y otro le lleva los ingredientes para su plato favorito (bacalao con queso).

Y él prepara personalmente una salsa de mostaza, su especie favorita. Almuerzan juntos y se dedican a filosofar y a pasarlo bien. Acabada la animada sobremesa, Kant se va a pasear, siempre con su peluca blanca y, encima, un sombrero de tres picos, cabizbajo, con pasos breves y los labios fuertemente apretados. Teme coger un resfriado.

Se queja de los mendigos y regresa tan puntual como un reloj, según sus propias palabras. Y por la noche se dedica a la lectura de… ¡libros de viaje! 

Al lado de su casa está la cárcel municipal, donde cada noche los presos tienen la orden de cantar, formando un coro y cantando música eclesiástica. Kant presenta una queja al Ayuntamiento. No, no le gusta ningún tipo de música. Y le hacen caso, pero aún así, él cierra las ventanas. Por miedo a los bichos e insectos. 

Y un día descubre que, tras 40 años de servicios, Lampe, su fiel criado, no solo había metido las manos en la caja, sino que ¡¡¡se la había llevado entera!!! Le despide.

Immanuel Kant, en otro retrato.

Otras Fuentes

Los dos últimos años de su vida, Kant va perdiendo fuerzas y, ya muy debilitado, el 12 de febrero de 1804, el creador del Imperativo Categórico cierra los ojos para siempre. 

Sus amigos habían planeado un entierro sencillo, pero tan pronto la gente de Koenigsberg supiera de su muerte, llegaron a centenares a su casa y caminaron tras su féretro por las calles de la ciudad.

Dicen que se formaron colas kilométricas. Para rendir el último homenaje a uno de los pensadores más destacados de todos los tiempos. 

Y, aquel día, los teatros de Koenigsberg permanecieron cerrados"

Fue el gran Einstein quien, en una ocasión, dijo que Kant ha sido el único filósofo con derecho a pronunciarse sobre los científicos. 

El filósofo Karl Marx se considera el padre teórico del socialismo. Sus ideas fueron la base del movimiento bolchevique.

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Y cuando, ya en el año 1967, estalla la llamada Revolución Universitaria, no se hablaba de Kant, aunque sí de Karl Marx. 

Y, ¿qué había hecho Marx? ¡Inspirarse en Kant! Son numerosos los puntos de encuentro que mantienen la Filosofía Crítica de Kant y las Críticas de las Economías Políticas que desarrolló Marx en su obra El Capital.

A los dos grandes les une una antigua tradición republicana que despuntó con Aristóteles y que luego cobró vida con el socialismo de Marx.

¡Kant y Marx fueron hijos de esa tradición europea!

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