Con la llegada de la primavera, estalla una exuberancia de vida, luz y colores, que invita a pasear y disfrutar al máximo de esta bellísima estación del año. ¿Y por qué no pararnos a abrazar a los árboles y conectar con su energía?...
Si nos fijamos, por ejemplo, en el carisma franciscano, esto es una cosa normal. Y es que San Francisco de Asís se extasiaba y disfrutaba con toda la creación, en una conexión con todo el todo.
No extraño, pues, que San Francisco de Asís sea el patrono de los veterinarios y de los profesionales relacionados con los bosques (ingenieros de montes, ingenieros forestales, agentes y guardas forestales y otros cuerpos similares) y, por extensión, de los movimientos ecologistas, que empeñan sus esfuerzos en el cuidado de la naturaleza y del medio ambiente en general.
En esta serie de fotografías, compartidas en La Mirada del Lector de La Vanguardia, se puede observar a un grupo de personas abrazando a los árboles en el monasterio de Pedralbes de Barcelona.
Aportaciones de la arboterapia
La arboterapia o silvoterapia nos enseñan que estar en contacto con plantas y árboles es muy beneficioso a nivel mental y físico.
En el libro de Matthew Silverstone, Blinded by Science, se detalla el poder de los árboles para mejorar la concentración, aliviar la ansiedad y ayudar a liberarnos de pensamientos negativos.
Se sabe, por ejemplo, que el famoso médico griego Galeno aconsejaba a sus pacientes pasar más tiempo en los bosques de laurel. Su colega, Paulino, recomendaba a los enfermos de epilepsia dormir a la sombra de los tilos en flor. Y Plinio el Viejo prohibía acostarse bajo un nogal, debido a que su fuerte olor podía causar dolores de cabeza.
En el artículo Abraza a un árbol para sentirte mejor, Alberto Barbieri explica que "la arboterapia sostiene que el aire de los bosques es beneficioso, ya que contiene grandes cantidades de iones negativos de oxígeno, que ayudan a estimular y armonizar los procesos vitales, la esfera psíquica y emocional".
"Las moléculas de oxígeno con exceso de carga negativa son llamadas también vitaminas del aire y en presencia de estos iones, el sistema inmune se refuerza, la circulación se activa y los procesos de recuperación son estimulados", indica.
"Los orígenes de esta terapia están vinculados a prácticas y creencias antiguas, muy presentes en el mundo celta, que atribuían funciones mágicas y religiosas a bosques y forestas, con los cuales se entraba en profunda relación espiritual", señala Barbieri.
Entre los beneficios de abrazar a los árboles se puede enumerar que el sauce fortalece el tracto urinario, que el olmo vigoriza el estómago, que el espino blanco ayuda la digestión o que el cedro y el ciprés reducen la sensación de calor.
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