No a la guerra

Recientemente un grupo de estudiantes me interpeló acerca del kit de supervivencia de la Unión Europea. En la conversación se adentraron en la lógica de las preguntas, mediatizadas por la ansiedad que la guerra produce en cualquier persona decente. Compartimos reflexiones e intenté aportar serenidad y pedagogía sobre la nueva realidad europea. Reflexiones que me comprometí a trasladar a los pacientes lectores de esta tribuna. Los jóvenes, como el conjunto de la sociedad, merecen ser tratados como adultos y que se les explique la verdad sin ocultar la cabeza bajo el ala, pero, al mismo tiempo, sin exageraciones que pretendan perturbar el ánimo para conseguir otros fines que van más allá de la estricta seguridad y defensa de los ciudadanos de la UE.

Empiezo haciendo mío sin complejos el sentimiento y el eslogan del “No a la guerra”. Pero denunciando, también, sin complejo alguno, a esa izquierda supuestamente pacifista que, ante los planes de futuro de la UE, enarbola la pancarta de la paz, cuando ha sido incapaz de hacerlo en los dos últimos años ante la Rusia de Putin. Es decir, ante el responsable de la única guerra que hoy existe en territorio europeo: la de Ucrania. Guerra provocada por una invasión ilegal de un país soberano y contraria al derecho internacional, ordenada por un autócrata que es incapaz de respetar los derechos de los ciudadanos de su propio país.

In this photo provided by the Ukrainian Emergency Service, firefighters put out a fire at an apartment building following Russia's attack in Kupyansk, Kharkiv region, Ukraine, Sunday, April 6, 2025. (Ukrainian Emergency Service via AP)

 

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Comparto las palabras de una ministra de la coalición de izquierdas que gobierna con el PSOE, cuando declara: “Me movilizaré por el no a la guerra, tengo un hijo y me aterroriza la espiral belicista”. Sí, señora, yo también me movilizaré contra la guerra. Tengo tres hijas y un nieto, pero, aunque no los tuviera, me seguiría comprometiendo en favor de la paz y contra cualquier espiral belicista. Y este es el proyecto de la Unión Europea, emergido sobre las brasas de la guerra con el claro objetivo de impedir que el ardor belicista, el fanatismo y el desprecio a los derechos humanos azoten de nuevo a Europa con el terror y la muerte.

Y es en nombre de este proyecto de paz que debemos exigir a los actuales dirigentes europeos que afronten sus responsabilidades, no solo huyendo de la demagogia, sino enarbolando la pedagogía. La ciudadanía tiene el derecho y la necesidad de que se le explique que en los últimos 75 años la paz ha sido posible por el engranaje institucional de la UE, que ha puesto en manos comunes decisiones que van desde la gestión del carbón y del acero (así se empezó, por ser materiales básicos para la guerra) hasta la moneda común.

Nadie en la UE plantea invadir Rusia, sino sentar las bases para que esta no invada a nadie más

Pero hay que explicar también que la paz ha sido posible porque Estados Unidos y sus soldados han garantizado nuestra seguridad, mientras nosotros solidificábamos el mejor modelo de bienestar del planeta sin tener que dedicar excesivos recursos al gasto en defensa.

Pero este statu quo se acabó. Trump desprecia a Europa, flirtea con Putin y le importa un comino dejarnos al descubierto ante el espíritu belicista de un sátrapa formado en el KGB de la antigua Unión Soviética. Y de esto es de lo que va el presente: no de hacer la guerra, sino de evitar que la guerra se extienda más allá de Ucrania. Y como que hasta hoy el garante de ello ha sido EE.UU., ahora (y ya viene siendo hora) debemos ser los europeos los que nos subroguemos en sus funciones. Eso sí, a la europea y con la mayor unidad posible.

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Llámesele rearme o como se quiera, pero de lo que se trata es de gastar más en defensa para persuadir a los belicistas de no provocar nuevas guerras. Siendo, además, ilusorio pensar que esto se conseguirá sin adoptar medidas antipopulares. Si la Unión Europea quiere liderar, deberá explicar previamente la verdad por dolorosa que esta pueda ser.

Nadie en la UE está planteando invadir Rusia, sino sentar las bases para que esta no invada a nadie más. Y aun sabiendo que, tanto por el hecho de la aparente lejanía de nuestras fronteras, como por haber estado ausentes de las dos grandes guerras, o por el rol que antaño el ejército tuvo en la dictadura, el sentimiento de los españoles es distinto al de los polacos, finlandeses, holandeses o daneses…, hoy hay que estar con ellos como antes ellos estuvieron con nosotros. ¿O nos hemos olvidado de los fondos de cohesión, de la PAC, de los Next Generation…?

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