Suelo leer los comentarios a mis artículos. Me interesa saber qué opinan esas personas a las que me dirijo; me gusta pensar que lo que escribo está abierto al diálogo, aunque, por falta de tiempo, no conteste casi nunca. Pero hoy sí quiero hacerlo, desde aquí, a lo que alguien escribió sobre el artículo de la semana pasada: “Pla: lecciones y decepciones” (13/III/2025). En él, yo lamentaba lo que califiqué de “borrado de las mujeres”: que Pla, en su obra, no hablara jamás de Adi Enberg, su pareja, o que las sesenta figuras catalanas que retrató para configurar una genealogía de nuestra cultura (la serie Homenots ) fueran todas masculinas. “Pla no vivió en el año 2000”, me replicó un anónimo lector o lectora, añadiendo: “Nadie normal en aquel momento habría hecho otra cosa”.

Es una idea que llevo años, décadas, oyendo. Es falsa. ¿Cómo lo sé? Por una constatación muy simple. Cuando, en mi juventud, en los años ochenta, alguien señalaba el machismo (o racismo o lo que fuera) de una obra de, digamos, 1940, la respuesta era automática: “¡Es que, en aquel momento, eso era lo normal!”. Yo también lo creía. Hasta que observé que, en el 2025, al señalar el machismo de una obra de, digamos, 1980, la respuesta es… adivinen. Bingo: “¡Es que, en aquel momento, eso era lo normal!”.
Tendemos a ver el pasado (época que comprende desde el neolítico hasta anteayer, sin variaciones reseñables) como algo uniformemente oscurantista, en el que todo el mundo era igual de machista, racista, etcétera, hasta que un buen día y por arte de magia (nadie lo anticipó, nadie luchó contra nadie por ello) se dio la vuelta como un calcetín, convirtiéndose en el feliz progresismo presente. Como si Pla (nacido en 1897) no hubiera sido contemporáneo de Emilia Pardo Bazán (1851), Caterina Albert (1869), Carmen de Burgos (1867) o Mercè Rodoreda (1908), que tenían y expresaron opiniones muy distintas a las suyas en lo tocante a las mujeres. ¿Es que eran anormales?
No se trata de condenar a nadie. El estatus de Pla como grandísimo escritor (a mí me encanta) no se discute. Pero la admiración, el respeto, la comprensión del momento histórico no han de impedirnos la crítica. Entre las distintas opciones políticas e ideológicas de su tiempo, Pla eligió. Eligió apoyar al régimen franquista (otros se exiliaron). Eligió luchar por la recuperación de la cultura catalana (otros no lo hicieron). Eligió silenciar la contribución cultural de las mujeres (que otras reivindicaban). Y tenemos derecho a opinar sobre ello.