Netanyahu necesita la guerra

El primer ministro israelí, Beniamin Netanyahu, ha vuelto a la lógica de la guerra porque la necesita para su supervivencia política y para recuperar el apoyo de los partidos extremistas y ultraortodoxos, reincorporarlos a su Gobierno de coalición y asegurarse así su respaldo en la crucial votación de los presupuestos en el Parlamento antes del día 31, evitando así la disolución del Ejecutivo que preside.

El jefe del Gobierno israelí sabe que cuanto más dure la guerra, más tiempo aguantará en el poder. Para ello, Netanyahu es consciente de que debe dar satisfacción a las formaciones de extrema derecha que le mantienen parlamentariamente y que le exigen seguir con el conflicto para lograr su objetivo del Gran Israel , tomando el control de Cisjordania, recolonizando Gaza y redibujando el mapa de Líbano y Siria. El objetivo final es crear un nuevo orden en la región.

Y ello pasa por incumplir los términos en los que firmó con Hamas una tregua, cuya primera parte, con algunos episodios críticos, ha durado dos meses –empezó el 19 de enero– y la segunda, que debía haberse iniciado hace tres semanas, no lo hizo. No fue posible porque Israel se niega a negociarla exigiendo prorrogar la primera fase hasta la liberación de todos los rehenes. La segunda fase –que implicaba la retirada completa del ejército israelí de Gaza– probablemente no empezará nunca, después de que el ejército hebreo lanzara el pasado martes masivos bombardeos y ­ataques de artillería contra Gaza y causara más de 400 muertos. Pese a ello, Hamas dijo ayer que permanece abierto a las negociaciones, al tiempo que exigió el respeto al acuerdo de tregua.

El primer ministro ha hecho estallar la tregua con Hamas para lograr su supervivencia política

Con el beneplácito y el apoyo de Donald Trump, Netanyahu prevé ahora seguir bombardeando la franja y la pregunta es si estos ataques son solo el preludio de una nueva ofensiva terrestre. Ayer, el ejército advirtió a los gazatíes de que “pronto” serán desplazados forzosamente y reemprendió operaciones terrestres en el corredor de Netzarim, que divide la franja en dos horizon­talmente. Recordemos que el plan de Trump para Gaza prevé la limpieza étnica de los palestinos y esto solo podrá lograrse con tropas sobre el terreno. Por el contrario, la segunda fase de la tregua establecida hace dos meses pretendía facilitar la retirada israelí, algo que ya parece muy lejos de llevarse a cabo.

La guerra ha vuelto, aunque nunca se había ido, y se constata así el fracaso trágico que supone un conflicto bélico que, en diecisiete meses, ha causado casi 50.000 muertos sin que Netanyahu haya podido cumplir los dos grandes objetivos que anunció cuando puso en marcha la respuesta contra Hamas: eliminar esta orga­nización palestina y liberar a todos los rehenes, cuyas familias acusan ahora al Gobierno de “sacrificar” a sus seres queridos al reanudar los bombardeos.

La oposición –que ayer lideró una multitudinaria protesta en Jerusalén contra el premier– culpa a Bibi de reactivar la guerra por fines políticos personales más que patrióticos.

Netanyahu –para muchos israelíes, máximo responsable de los fallos de seguridad que propiciaron los ataques del 7 de octubre del 2023 y de los que no ha dado aún explicaciones– tiene abierta otra crisis interna de extrema gravedad con su decisión de destituir al responsable del Shin Bet, los servicios israelíes de inteligencia interna. Las razones del premier para despedirlo tienen más que ver con su propia persona que con la seguridad interna del país.

Si el premier mantenía una tregua duradera, perdía el apoyo de la ultraderecha y ello podía costarle el cargo

El Shin Bet está investigando la posible implicación de algunos de los exasesores del premier y de su partido, el Likud, en el escándalo conocido como Qatargate. Son personas que presuntamente habían recibido pagos de Qatar a cambio de promover una campaña positiva sobre este país de cara al Mundial de fútbol del 2022. Estas pesquisas podrían verse interrumpidas si Beniamin Netanyahu logra su objetivo de colocar al frente de la agencia a alguien más afín a su persona.

Dinamitar la tregua es una huida hacia delante de Netanyahu en un momento interno complejo, pero sabiendo que cuenta con el apoyo total de Donald Trump. Además, la situación bélica puede hacer que los jueces acepten la petición del premier de retrasar su declaración por los supuestos casos de corrupción en que está inmerso, relativos a fraude, abuso de confianza y aceptación de sobornos.

Lo único seguro es que se aleja de nuevo la posibilidad de una solución negociada del conflicto, que volverá a aumentar la tensión internacional y, sobre todo, el sufrimiento de la población civil de Gaza, víctima de una crisis humanitaria, y de los familiares de los 58 rehenes que Hamas aún tiene en su poder, 34 de los cuales han sido declarados muertos por Israel.

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