Millonarios de Latinoamérica han multiplicado últimamente sus inversiones inmobiliarias en Madrid. En Barcelona lo hacen ciudadanos de Estados Unidos y del resto de Europa. Consideran que ambas ciudades ofrecen una colocación segura y rentable para su capital, además de ser una opción atractiva para vivir. Es bueno que ambas ciudades sean cada vez más valoradas. El problema es que la subida de precios que ello comporta abre mucho más la brecha de desigualdad económica en el mercado de la vivienda. La mayor demanda a precios más elevados, aunque sea en el segmento del lujo, contrasta con el fracaso de los poderes públicos para articular una política de vivienda eficaz y eficiente que facilite el acceso a pisos asequibles para la mayoría de la población. Ello se ha convertido en un problema político, económico y social difícil de solucionar, que se agrava por el constante aumento de población extranjera que llega al país y que necesita un lugar para vivir. España ha superado ya los 49 millones de habitantes.
Las transacciones que realizan los grandes inversores foráneos varían entre los dos y los quince millones de euros, de forma que los vecinos tienen prácticamente imposible competir con ellos. Los que compran en Madrid son principalmente mexicanos, brasileños, venezolanos y chilenos que quieren mantener su capital lejos de sus países, donde gobierna la izquierda. Su primera opción era Estados Unidos, pero los precios del inmobiliario en Miami o Los Ángeles están disparados. Por ello han puesto sus ojos en el otro lado del Atlántico, como se informa hoy en la sección de Economía de La Vanguardia . Esta fiebre inversora, a su vez, ha disparado la actividad de las sociedades inmobiliarias especializadas en los segmentos de renta elevada.
La oferta de pisos en alquiler se reduce a causa de la inseguridad jurídica y fiscal
El precio de la vivienda, a medida que aumenta la demanda, crece a ritmos no vistos desde el 2007, en plena burbuja inmobiliaria. La combinación de fuerte demanda y escasa oferta, junto a un abaratamiento de las hipotecas, empuja los costes tanto en el segmento nuevo como en la segunda mano. Según revelan los datos del índice de precios de vivienda publicados por el INE, los precios de la vivienda subieron un 11,3% interanual en el cuarto trimestre, cuatro veces más que la inflación. Son ya 43 trimestres de subidas constantes, una década entera. Los alquileres, por su parte, tampoco dejan de subir, ya que en los últimos doce meses acumulan un aumento de más del 11% de media en España, según los portales especializados. Todos esos datos reflejan un estrepitoso fracaso de la política de vivienda llevada a cabo hasta ahora.
En el Congreso de los Diputados ha sido imposible sacar adelante la ley del Suelo que pretende impulsar el Gobierno para, entre otras medidas, flexibilizar la tramitación de los permisos de construcción. Esto sería necesario y urgente para acelerar la edificación de viviendas, pero se encuentra bloqueado por los enfrentamientos entre el Ejecutivo y la oposición.
La insuficiente construcción de viviendas se combina con constantes cambios legislativos en el mercado del alquiler , tanto a escala estatal como autonómica, especialmente en Catalunya, lo que ha generado un clima de inseguridad jurídica que ha reducido drásticamente la oferta de pisos disponibles. Los grandes inversores se retiran del mercado, y los pequeños propietarios son cada vez más reacios a alquilar sus viviendas. Los partidos políticos de izquierda han creado un clima poco propicio a generar confianza y fomentar la vivienda de alquiler, donde parece que los culpables del problema fueran los propietarios y los inversores. Todo ello, en su conjunto, ha provocado un descenso de la oferta de pisos en alquiler que ha agravado el problema habitacional en España, sobre todo en Catalunya, con el consiguiente aumento de los precios.
Los precios de compra y de alquiler han subido por encima del 11% en el último año
En Barcelona, el impacto negativo de las políticas de vivienda es especialmente grave. Las bajas de contratos de arrendamiento superan a las altas en la capital catalana, tal y como indican los últimos datos del Incasòl, mientras que la inversión para construir pisos de alquiler cae en picado. Prácticamente ya no hay nuevos proyectos para el alquiler en Barcelona, según afirman los expertos.
El fiasco de la política de vivienda es evidente. La culpa de problema, en cualquier caso, no es de los millonarios extranjeros que invierten en España, ya que lo hacen en un segmento muy acotado del mercado, sino de la ineficacia política para arbitrar medidas eficientes en el corto y el medio plazo. Lo hemos dicho en muchas ocasiones: hay que legislar y actuar en vivienda sobre la base de la colaboración entre la iniciativa pública y la privada para sumar esfuerzos en beneficio de todos, especialmente de los que necesitan una vivienda para vivir.