La respuesta de Europa a Trump

Por si las declaraciones del presidente Donald Trump y de miembros de su Gobierno estas semanas no habían sido suficientemente claras, la histórica, bochornosa y humillante encerrona al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, el viernes en el despacho oval de la Casa Blanca escenifica definitivamente que las relaciones de Estados Unidos con Ucrania y con Europa han dado un giro copernicano con una ruptura traumática del que durante ochenta años ha sido el vínculo transatlántico que ha unido a ambas partes.

Trump ha alterado el mapa geopolítico, del que Europa es una pieza fundamental, y su alineamiento total con las tesis de Vladímir Putin, de quien se ha convertido en su mejor aliado, muestra que el Viejo Continente no es santo de su devoción, es un destino que le queda lejos y no entiende una alianza transatlántica donde la seguridad de parte de Europa sigue estando en manos de EE.UU., a miles de kilómetros de distancia. El desprecio mostrado por Trump a Zelenski obliga a la UE a reaccionar y a sostener al ejército ucraniano ante el probable abandono estadounidense.

Europa se ha quedado sola. Y aunque tímidamente, la Unión Europea y también el Reino Unido empiezan a reaccionar, con cautela porque saben que militarmente siguen siendo dependientes de EE.UU. y que Europa no podría afrontar una guerra sin los estadounidenses. Solo hay que preguntarse si está hoy preparada y existe la unidad política necesaria para enviar una fuerza de decenas de miles de soldados a Ucrania para garantizar una futura paz.

Europa debe asumir el nuevo marco geopolítico y empezar a dar los pasos para, si no dejar de depender del hasta ahora amigo americano, sí al menos disponer de medios y mecanismos que le permitan poder actuar con firmeza y con la máxima unidad. Es una asignatura pendiente desde hace muchos años, pero ahora es, además, una necesidad. O Europa da un paso al frente o acabará siendo un actor insignificante y débil en una geopolítica diseñada por EE.UU., Rusia y China.

La ruptura por EE.UU. del vínculo transatlántico deja sola a una Europa obligada a reaccionar

Y un paso fundamental es construir una defensa común europea. Es urgente reconsiderar la arquitectura de seguridad del continente. Hay que impulsar la industria de defensa europea para ganar competitividad, depender menos de Estados Unidos y poder hacer frente a Rusia, en especial ante la eventualidad de una paulatina desvinculación de la OTAN por Washington.

Todo ello pasa por aumentar significativamente el gasto de defensa. La cantidad que destinó la UE a este capítulo fue de 326.000 millones de euros en el 2024, pero asumir la responsabilidad de nuestra propia seguridad obligará a invertir mucho más. EE.UU. ha pedido a los estados de la OTAN que esa inversión llegue al 5% del PIB de cada país. Un objetivo inasumible para la mayoría de ellos, pero es indudable que, para que la capacidad de defensa aumente, el gasto tendrá que crecer sustancialmente. Para ello, los países comunitarios están dispuestos a aumentar su déficit presupuestario. Se debate ahora financiar ese rearme con deuda europea conjunta, mediante eurobonos, o bien relajar las reglas fiscales de la UE, posibilidad ya avanzada por Bruselas.

Francia y el Reino Unido parecen encabezar la respuesta europea –el premier Starmer ha convocado hoy en Londres una reunión de líderes europeos– y han anunciado incrementos presupuestarios para rearme. Polonia y los países bálticos están en la
misma línea, y el futuro canciller alemán, Friedrich Merz, ha confirmado también un incremento en defensa. Mark Rutte, secretario general de la OTAN, ha advertido de que la meta del 2% de aumento del gasto de defensa se queda corta para que Europa pague su propia seguridad, y en la próxima cumbre de junio en La Haya se podría plantear un nuevo objetivo del 3%.

Es hora de que los europeos asuman tomar la responsabilidad sobre su defensa y seguridad

España se sitúa hoy a la cola del gasto militar de la Alianza Atlántica, con el 1,28% del PIB, y prevé alcanzar el 2% en el 2029, una meta a priori inalcanzable si se produce una nueva prórroga de los presupuestos. Por ello, para cumplir su promesa, el Gobierno, que ha fijado una hoja de ruta que elevará el gasto de los 15.958 millones de euros a los 36.560 millones en el 2029, planea utilizar créditos y el fondo de contingencia, incluso sin el visto bueno del Congreso de los Diputados.

Trump ha aprovechado el actual déficit de liderazgo europeo para quebrar el statu quo comunitario, usando la actual debilidad de la Unión Europea en materia de defensa. Por eso los socios europeos deben apostar clara y decididamente por rearmarse –un proceso que no será rápido ni fácil– para construir un sistema de defensa común que asegure no solo una futura paz en Ucrania sino la seguridad del continente. Y, mientras, Putin sonríe y ve como Trump le hace el trabajo.

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