Nos está quedando raro el mundo. Se cancela a Karla Sofía Gascón mientras en el photocall están Kanye West y su novia, a cual más pirado. Claro que la primera es una mujer trans española y los otros unos millonarios USA. Y que el límite del humor y de la libertad de expresión siempre está en el mismo sitio: el preciso lugar del ojo donde a Salman Rushdie le clavaron un cuchillo.
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MAGA no perdona y abuchea a Taylor Swift. Vamos normalizando que nos manden los nuevos señores feudales. Nos quedan apenas diez minutos para convencernos de que no hay nada como vivir en Abu Dabi: allí todos son ricos y nadie está triste. Y es que mientras tú duermes, él firma decretos como si colocase papeles con deseos dentro de galletas chinas. Gobernar de este modo es gritar al mundo que la democracia parlamentaria entorpece la labor de reinar. Que buscar consensos retrasa, obliga a pactar con oponentes, ceder en tus deseos y así no solo los problemas, lejos de resolverse, se convierten en laberintos, sino que además no haces todo lo que quieres como quieres. Y tú quieres que tu novia vaya desnuda al photocall.
Esperábamos al tirano, pero no sabíamos que sería un señor firmando con un rotulador negro
Es curioso que cuando el imperio tenía una cara más amable, había más atentados suicidas, los ayatolás llamaban a la guerra santa, en Venezuela se chuleaba al gringo, Irán era una potencia en la zona y los patriotas de por aquí se partían la cara en defensa del español en las pérfidas guarderías catalanas. Ha sido empezar a gritar el hombre de negocios y a todos esos agentes revoltosos les ha parecido bien bajar la cabeza, seguir el dictado o simular que ese día no vinieron.
Estábamos esperando al tirano, pero no sabíamos que iba a ser un señor firmando con un rotulador negro ni tampoco que asistiríamos a escenas tan bizarras como la del amigo sudafricano y su hijito llamado X en el despacho oval, que casi parecía un momento Star Wars, cuando a Luke Skywalker se le aparecía Yoda en holograma.
El imperio norteamericano –al menos, en Europa– nos sedujo porque nos ayudó con los nazis, nos embrujó con el cine y nos sacudió con el rock’n’roll. Pero empieza a hartarnos y a sernos antipático este nuevo imperio. Los USA ya no son Elvis y una película de Billy Wilder, ahora son Kanye West y su novia sumisa.