Después de quince meses de guerra en Gaza, Israel y Hamas acordaron el miércoles en Qatar un alto el fuego. Una tregua a la que se ha llegado tras largos meses de negociaciones, encuentros y desencuentros entre ambas partes y que, no por casualidad, se acuerda pocos días antes de que Donald Trump asuma la presidencia de Estados Unidos.
Que implementar el principio de acuerdo, facilitado por la mediación estadounidense, qatarí y egipcia, no sería un camino de rosas era un secreto a voces, y ayer mismo tuvimos la primera muestra. El premier israelí, Beniamin Netanyahu, pospuso la votación de su Gobierno para ratificar la tregua, acusando a Hamas de modificar los términos de esta, lo que los islamistas niegan, y dijo que el Gabinete no se reunirá hasta que los mediadores garanticen que la organización islamista acepta todos los puntos del acuerdo. La votación será hoy, viernes, y el aplazamiento es visto como una maniobra de Netanyahu para ganar tiempo y convencer a sus dos socios ultranacionalistas en el Ejecutivo de que no abandonen la coalición gubernamental en protesta por el acuerdo. Incluso sin ellos, no obstante, el premier israelí tiene mayoría para aprobar la tregua.
El acuerdo, en tres fases de 42 días y que debe entrar en vigor el domingo (mientras, al menos 80 personas han muerto por bombardeos israelíes en las horas siguientes a anunciarse el pacto), incluye en la primera la liberación por Hamas de 33 rehenes y la excarcelación por Israel de cientos de presos palestinos. Además, se permitirá el retorno de cientos de miles de desplazados internos en Gaza a lo que queda de sus hogares, habrá un repliegue gradual del ejército israelí y se facilitará el ingreso de ayuda humanitaria al territorio, totalmente devastado.
Netanyahu aplaza la ratificación del alto el fuego acusando a Hamas de modificar sus términos
Netanyahu acepta ahora este alto el fuego porque se siente fuerte y sabe que ha ganado la guerra. Israel ha mantenido abiertos estos últimos meses frentes bélicos con Hamas, con Hizbulah en Líbano, con Irán, con los hutíes de Yemen, con la Siria del derrocado El Asad y en Cisjordania, y ha salido victorioso en todos ellos. Hoy tanto Hamas como Hizbulah están muy debilitados y desorganizados, lo que en parte explica que la milicia islamista palestina haya aceptado la tregua. Además, la liberación de rehenes puede suponer para Netanyahu una rebaja sustancial de la presión popular interna y de las críticas por no haber logrado antes su puesta en libertad y por los fallos de seguridad del 7 de octubre del 2023, de los que aún tiene que rendir cuentas.
La tregua ha sido posible en gran parte por la presión ejercida tanto por Joe Biden como por Donald Trump. El primero, porque quería despedirse de la Casa Blanca con una simbólica victoria en política exterior en un conflicto en el que su apoyo inquebrantable a Israel ha ido aparejado con una infructuosa presión sobre Netanyahu y el reconocimiento de los derechos palestinos. Conseguir esta tregua era su último objetivo. En cuanto a Trump, le faltó tiempo el miércoles para atribuirse el mérito del pacto –“este épico acuerdo ha ocurrido gracias a mi victoria en noviembre”, dijo– y capitalizarlo como una reacción a su amenaza de “desatar un infierno” en Oriente Medio si los rehenes no volvían a casa antes de que él asumiera la presidencia.
El alto el fuego es muy parecido al que Biden propuso en mayo pasado y Netanyahu rechazó. Lo que Biden no logró en ocho meses, Trump lo ha conseguido en unos días, en un esfuerzo final conjunto de los equipos negociadores de ambos. Pero el resultado muestra la influencia que ejerce Trump sobre el premier israelí y su capacidad para imponer condiciones a Netanyahu, lo que será fundamental para que Israel cumpla las cláusulas del alto el fuego.
El papel de Trump ha sido determinante para lograr el acuerdo y lo será para que Israel lo cumpla
El acuerdo es una prueba del papel preponderante que Qatar desempeña en estos momentos en Oriente Medio. Sus vínculos y conexiones con todas las partes implicadas le han dado un protagonismo mediador decisivo para conseguir el alto el fuego.
La campaña militar de Israel en Gaza ha causado la muerte de más de 46.700 personas y ha dejado el enclave en ruinas, con cientos de miles de personas sobreviviendo en tiendas de campaña y refugios improvisados. Esta tregua no es la solución del conflicto, pero podría abrir una oportunidad para que mediante el diálogo y la negociación sea posible que las armas callen definitivamente un día. Para ello será fundamental que ambas partes cumplan la primera fase, porque ello permitirá que Israel y Hamas negocien luego un alto el fuego definitivo y las líneas maestras para la reconstrucción de Gaza. Un punto crítico será la retirada total del ejército israelí, ya que Netanyahu dijo que esta no se produciría hasta la desaparición de Hamas y la liberación de los rehenes por las armas, objetivos que no ha conseguido.