La mejor defensa es un buen ataque. Y eso lo saben Hansi Flick en el césped y Joan Laporta en el despacho. Igual que el entrenador alemán mentalizó a su equipo para no dar respiro al Madrid en Yida, el presidente catalán se impuso no hacer una sola concesión a la prensa en Barcelona.
Laporta congregó a casi un centenar de periodistas en las instalaciones del club, donde habló largo y tendido. Durante 105 minutos estuvo expansivo y explosivo, desencadenado y liberado. El último mes ha sido un calvario para el presidente del Barça, pues cada día que pasaba sin obtener el dinero para inscribir a Dani Olmo (que fue fichado por 56 millones) y Pau Víctor antes del día 1, se acercaba al precipicio del ridículo institucional y del fracaso económico. El club tuvo cuatro meses para solucionar el problema y el último día pareció que se resolvía el entuerto. Pero el dinero llegó fuera de plazo según LaLiga y la Federación, y los dos futbolistas dejaron de estar inscritos. Olmo y Víctor estuvieron una semana en el limbo, que es un lugar que incluso ha sido borrado por la Iglesia católica. No fue solo la prensa catalana, sino también la europea quienes se hicieron eco de este dislate. E incluso uno de los capitanes, como es el caso de Raphinha, declaró que se lo pensaría antes de venir al Barça. Ni los tribunales, ni LaLiga, ni la Federación dieron la razón al Barça. Fue la política quien resolvió a su favor.
Laporta acomete contra la prensa y la oposición, sin la más mínima autocrítica
El Laporta más populista se hizo ayer con el escenario, con el victimismo como bandera. Atacó duramente a los medios de comunicación y a la oposición, que aseguró que han fracasado en su afán de “atacar el escudo, y al escudo no se le mancha”. El presidente del club acusó a unos y a otros de haber perdido la oportunidad de demostrar que amaban al Barça y lo que han hecho es desestabilizarlo: “Ninguna campaña de descrédito evitará que seamos una referencia del mundo del deporte”.
No hubo ni la más mínima autocrítica y sí una frase celebrada con aplausos por empleados y directivos de que le gusta la butifarra, con judías más que con patatas. “Estas que se las coman otros con sus mentiras”. Lo escribió Baltasar Gracián: “Errar es humano, pero echar las culpas a los demás es aún más humano”.