La mayor sorpresa del nuevo Gobierno francés que dirige François Bayrou, fruto de delicados y frágiles equilibrios, ha sido la incorporación de Manuel Valls como ministro de Ultramar, una cartera importante y difícil debido a los graves problemas que sufren territorios como Mayotte, Nueva Caledonia o Martinica. La presencia del fugaz exconcejal de Barcelona se inscribe en un equipo que un comentarista de la televisión francesa describió, a bote pronto, como “el retorno de los dinosaurios”. Junto a Valls, obtienen una cartera la también exprimera ministra Élisabeth Borne y otro personaje de peso del macronismo, Gérald Darmanin, que fue ministro del Interior y ahora va a Justicia. El exsocialista Valls, que fracasó en su último intento de ser diputado, en el 2022, es bastante mal visto hoy por la izquierda, pero conserva todavía peso en el debate público francés y el aura de un personaje que ocupó un alto cargo de la República y se enfrentó, con firmeza y convicción, a la fase más aguda de los atentados yihadistas.
El ‘dinosaurio’ Valls
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