Barcelona científica y tecnológica
En Barcelona se han aprobado recientemente inversiones por valor de 820 millones de euros en tres proyectos tecnológicos de primer nivel mundial. Esto supone la base para un despegue importante de la potencia científica de la ciudad, sobre la plataforma del amplio ecosistema de innovación e investigación que se ha desarrollado en los últimos años.
El Barcelona Supercomputing Center (BSC) anunció la semana pasada una inversión de 200 millones para abrir una de las mayores factorías europeas de inteligencia artificial (IA). Este dinero se suma a otros 240 millones que se destinarán para diseñar un chip propio en el marco del proyecto DARE, cuyo nivel es equiparable a la tecnología del CERN en Suiza. Paralelamente, el Instituto de Ciencias Fotónicas (ICFO) también acaba de anunciar que recibirá 380 millones para liderar el desarrollo de un chip fotónico en la Unión Europea.
Inversiones por valor de 820 millones de euros en proyectos de alto valor estratégico
Esos proyectos no son tres casos aislados, sino que forman parte de la infraestructura científica y tecnológica de primer nivel que se asienta en Barcelona, fruto de una apuesta articulada desde hace más de dos décadas por las instituciones públicas y privadas del país. El ecosistema científico innovador de Catalunya está formado por centenares de startups y una cuarentena de centros y parques vinculados con las tecnologías llamadas deep tech –o profundas–, que desarrollan soluciones disruptivas vinculadas a la ciencia o ingeniería avanzada para dar respuesta a problemas globales. El Centro de Regulación Genómica, el Institut de Microelectrònica de Barcelona, el Centro de Visión por Computación, el Institut de Robòtica i Indústria, el Sincrotrón Alba o el Parc Científic de Barcelona son algunos ejemplos de los miembros de este ecosistema, que ha crecido de forma paralela al también importante ecosistema digital de la ciudad, en el que operan miles de startups digitales y hubs tecnológicos de grandes empresas multinacionales.
La llegada de las citadas inversiones, que están ligadas a la apuesta de la Unión Europea para aumentar su soberanía tecnológica, ha supuesto una importante inyección de optimismo para Barcelona. Pero hay que tener los pies en el suelo. A nadie se le oculta que dichas inversiones, pese a su importancia, son solo una décima parte de las inyecciones de capital que se necesitan para jugar en la primera dimensión mundial de la investigación científica y del desarrollo tecnológico. No solo Catalunya, sino el conjunto de España y de la UE deben aumentar su ambición científica y tecnológica para poder pensar en competir con los grandes centros científicos y tecnológicos de China o Estados Unidos. Barcelona ya es la quinta región europea que emplea gente en el mundo de la ciencia, pero todavía está lejos de lo deseable el peso que tiene la investigación y desarrollo (I+D) en el producto interior bruto (PIB).
El ecosistema innovador barcelonés necesita desplegar todo su potencial de expansión
Ciertamente, por algo se empieza y las nuevas inversiones antes citadas deben abrir el paso hacia muchas más. Para avanzar en la senda de la apuesta científica y tecnológica de Barcelona, que ha entrado en la mayoría de edad, hace falta más capital público y privado que apueste con mayor ambición por el riesgo a medio y largo plazo. Muchos de los parques científicos y los centros tecnológicos, que son una pieza clave en el ecosistema deep tech para facilitar la transferencia tecnológica al mundo empresarial, se hallan endeudados y con unas finanzas muy ajustadas. Es importante potenciarlos más porque el ecosistema de nuevas empresas de base tecnológica, pese a su crecimiento, se encuentra en un estadio incipiente. Por tipo de tecnología, las empresas deep tech en Catalunya se dedican mayoritariamente a la biotecnología –con el 37,4% del total– seguidas por la inteligencia artificial (27,9%) y los materiales sostenibles o de frontera (11,2%).
Otro problema serio que hay que resolver, y que está sujeto a muchas variables, es que pese a la importante producción científica que se realiza en Catalunya, que es la cuarta parte de toda la del Estado, hay problemas para su transferencia al mercado, que se halla estancada. Es necesario desbloquear los problemas que impiden que el talento de las universidades y los centros de investigación revierta en el mundo económico y social. El gran salto científico y tecnológico que Barcelona debe dar a partir de ahora exige liderazgo para resolver los múltiples problemas regulatorios y cuellos de botella que frenan la expansión del enorme potencial que tiene el ecosistema local, atraer más talento y dinamizar la inversión. El objetivo debería ser optimizar al máximo las posibilidades que ofrece la actual Barcelona científica y tecnológica.