Una mujer admirable

Una mujer admirable
Director de La Vanguardia

La justicia francesa cerró ayer el círculo que había abierto de forma tan valiente Gisèle Pelicot para denunciar las violaciones que sufrió durante nueve años a manos de al menos 70 hombres. Su marido, Dominique, fue condenado a 20 años de cárcel, la máxima pena posible, por haber drogado a su mujer con ansiolíticos para facilitar todas esas agresiones. “La vergüenza debe cambiar de bando” es el lema tan repetido por el movimiento feminista y que Gisèle ha hecho suyo con su valerosa actitud.

Porque se ha de ser una mujer con una casta muy especial para no hundirse y refugiarse en el anonimato ante las atrocidades sufridas durante todos estos años y a manos de su propio marido. Gisèle se enfrentó a cara descubierta en el juicio contra su esposo y contra los hombres que la vejaron. Pidió que la vista fuera abierta, sin limitaciones al público y a los medios de comunicación. Que se conociera todo. Incluso algunas de las agresiones registradas en vídeo y archivadas por el monstruo de su esposo.

19 December 2024, France, Avignon: Gisele Pelicot (C) arrives at the courthouse in Avignon, where the verdict is expected in the trial against her ex-husband Dominique Pellicotand 50 other defendants accused of drugging her and orchestrating several rapes over almost a decade. Dominique Pellicot has been found guilty of aggravated rape of his ex-wife in a trial that has shocked France and the world. Photo: Clement Mahoudeau/AFP/dpa

Gisele Pelicot. 

Clement Mahoudeau/AFP/dpa / Europa Press

El mundo ha asistido horrorizado a las explicaciones pormenorizadas de la víctima, del culpable principal del montaje y de todos los hombres que han intervenido. Gente que parecía normal, muchos de ellos padres de familia de buena reputación, que aceptaron cometer sus abusos sexuales a una mujer que estaba dormida y, por tanto, indefensa. Ni la mente más perversa podría haber imaginado una cosa así. Por eso solo nos queda la duda de si a estos violadores se les podría haber aplicado una mayor pena de la infligida. Y el otro sinsabor es que se ha identificado a 51 violadores, pero quedan una veintena sin identificar.

El testimonio de Pelicot debe servir para que muchas víctimas de agresiones sexuales den un paso al frente y expliquen las vejaciones sufridas. Y también estaría bien aprovechar el eco y la conmoción que ha causado este caso para sensibilizar a todos aquellos países donde la mujer sigue siendo sometida a la voluntad de su marido. Ese mundo de armonía y respeto mutuo al que Gisèle apeló, tras la sentencia, aún no existe. Se ha avanzado mucho, pero la cultura patriarcal sigue siendo la dominante en muchas naciones del planeta.

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