En la próxima cena de Nochebuena quizás en su mesa familiar se hable algo de política. O mucho. Si la celebración es en Madrid, probablemente la conversación enconada sea inevitable. Es posible que alguien mencione a Trump o el caso Errejón. También es probable que se cite a Puigdemont y su nuevo papel como rehabilitado para la política por una parte del PP, que no por Ayuso. Hay una corriente en Génova y en Andalucía que considera a Junts como una fuerza democrática con la que se puede contar para meter un dedo en el ojo al Gobierno. Y ya veremos si para algo más. Del “Puigdemont a prisión” al “Carles, de qué quieres que hablemos”.
En las mesas más politizadas va a ser inevitable citar a Víctor de Aldama, el conseguidor, aunque para otros “empresario”, que amenazó con ‘tirar de la manta’ y que de momento poco ha aportado. Esta semana se ha marcado un Bárcenas y ha puesto sobre la mesa del juez un “papelucho”, como lo bautizó el ministro Óscar Puente, que ha circulado en las últimas horas por las redes sociales, redactado por Koldo con supuestas concesiones a la trama corrupta. El propio ministerio se ha encargado de desmontar las posibles adjudicaciones con dos informes ad hoc.
Pero da igual. Las tertulias capitalinas llevan semanas explotando el filón. Horas y horas de comentarios en la Villa y Corte dando máxima credibilidad a un señor que abandonó la prisión de Soto del Real diciendo [a Sánchez]: “Si quiere pruebas, las tendrá”. Incontables minutos de televisión y radio hablando del supuesto “estercolero del PSOE”, del “lodazal de corrupción” que es todo, aunque, de momento, sin pruebas concluyentes. En las redes se han reproducido miles de tuits, especialmente en X, dejando pocas dudas. La sentencia en algunas tertulias de la Villa y Corte ya está redactada, al menos para algunos.
La historia se repite. Podemos y Neurona; todo acabó en humo pero qué más da ya. El daño ya está hecho.
El “de momento” es importante. Hay que esperar a que avance el caso y que los jueces vayan sacando conclusiones. Y ello no quiere decir que los partidos de la izquierda tengan un problema en este momento más allá de las próximas revelaciones que pueda aportar Aldama. La misma facción que en su día dio máxima credibilidad a los papeles manuscritos de Bárcenas ahora se la resta a los de Koldo. ¿En qué quedamos? La medición por el mismo rasero no se aplica. Ya le ocurrió a Camps y sus trajes. O a Barberá y su supuesto pitufeo. También quedaron en nada. El daño también estaba hecho.
Las nuevas pruebas de Aldama son esto. pic.twitter.com/kTqTj1zmaD
— Alán Barroso (@AlanBarrosoA) December 16, 2024
El “papelucho” de Koldo que hace suyo Aldama no prejuzga nada, pero sí demuestra lo cutres que pueden llegar a ser los supuestos corruptos. Eso sí parece ser una constante en las tramas de la Piel de Toro. El madrileño Granados, que fue mano derecha de Esperanza Aguirre, guardaba el dinero en el altillo de una vivienda familiar. O, por citar un caso más reciente, la trama en la que está implicado el jefe antiblanqueo de la Policía tenía empapelados en la pared varios millones de euros. Este fue uno de los casos más tuiteros y llevó a preguntarse a muchos por qué nadie sospechó nada.
Lo que está claro es que España tiene un drama y se llama corrupción. Pocos partidos se libran de garbanzos podridos o de dar confianza a quien no lo merece. Quizá se trata de que no se ejercen los controles oportunos o de que se da demasiada manga ancha a los asesores. En cualquier caso, las respuestas han de ser contundentes, y los comentarios, al menos, prudentes. Para hipérboles ya está X.