Marchena y el poder

Marchena y el poder
Directora adjunta

Cuando hablamos de poder solemos pensar en un gobernante. Pero en el reparto del poder que conforma un sistema democrático, el ámbito judicial ostenta una autoridad decisiva. Este jueves, uno de los jueces con más poder en España, Manuel Marchena, deja la presidencia de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, que se ocupa de los asuntos penales. En ella han recaído en sus diez años de mandato algunos casos sonados de la política española, con el juicio del procés como máximo exponente. Marchena no se va. Seguirá como juez en la misma Sala, así que en realidad es una salida del foco. Si el poder es capacidad de influencia, la de Marchena va más allá de ese puesto.

En este tiempo ha acreditado su habilidad para atraer a sus colegas a sus tesis, no solo con argumentos jurídicos, sino también con una personalidad tan persuasiva como enérgica. Para unos, Marchena es el defensor del Estado de derecho frente al “golpismo” independentista; para otros, la proa del lawfare que utiliza la justicia contra opciones políticas. Suele rebatir la crítica con punzante ironía, pero si algo le subleva es que le acusen de ejercer su magisterio de forma torticera.

La figura del juez Marchena forma parte indisociable de un periodo político de gran intensidad para una generación de catalanes. El relevo podría recaer en el conservador Andrés Martínez Arrieta, aunque los progresistas apoyan a Ana Ferrer, la única que se atrevió a discrepar de Marchena cuando aquel rechazó aplicar la amnistía a los independentistas acusados de malversación. Es el resquicio que impide por ahora que Carles Puigdemont y otros dirigentes sean amnistiados. El asunto llegará al Tribunal Constitucional, que ya ha enmendado al Supremo en otros casos políticos como los ERE de Andalucía. Pero en el Constitucional las mayorías pueden cambiar. Ya ocurrió con la sentencia del Estatut. En ese tribunal no hay que perder de vista un nombre, el del magistrado José María Macías (Barcelona, 1964), a quien se le preguntaba en una entrevista en La Razón si haber opinado contra la amnistía le invalida para sentenciar sobre esa ley: “Es tremendamente difícil que un magistrado de reconocido prestigio no haya dicho nada sobre un tema relevante”.

Pero no hay que olvidarse de Marchena, cuyo poder futuro aún puede dar que hablar.

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