La honorabilidad de las personas es como las espinas del pescado, una vez las ha quitado el camarero no se pueden reponer. En sus memorias, Woody Allen cuenta como su amiga Louise, de la que estaba enamorado, se arrepintió de que le hubieran limpiado la lubina que le sirvieron. El cineasta se preparó para lo peor, porque vio que tendría que encargarse de hacer esa solicitud imposible, “pero habría hecho lo que fuera por esa mujer, porque realmente la amaba”.
Volviendo a la dignidad de las personas, creo que este es un valor que en este país se respeta poco. Las redes sociales son enemigas de la honorabilidad, tal como se han acabado configurando. Y la lentitud de los tribunales para resolver estos asuntos resulta un fallo del sistema. Es otro grano de nuestra democracia, que amenaza con convertirse en sarampión. El último caso que hemos conocido es la sanción de 5.000 euros impuesta por la Agencia Española de Protección de Datos a Luis Alvise Pérez, el líder de Se Acabó la Fiesta, que estaría bien que un día se le terminara la verbena, porque su irrupción en la política solo ha traído más confusión, demagogia barata y noticias falsas.
Alvise había difundido hace año y medio una imagen de la hija del ministro de Transportes, Óscar Puente, cuando esta tenía 17 años. La colgó en Telegram y allí aparecen Puente y la menor, sin haber pixelado su rostro, en un festival de música. Alvise añadió unas líneas en las que insinuaba que el ministro estaba con su amante: “Sé qué dices, a quién, dónde y cuándo, Óscar Puente. Como ahora mismo con tu amiga en el MadCool”. La agencia que finalmente lo ha sancionado aprecia “intromisión ilegítima del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar, y a la imagen”.
El honor es como las espinas del pescado: cuando se han quitado no se pueden reponer
Alvise tiene una querencia por los hijos de los dirigentes socialistas, pues hace un año publicó sin autorización una imagen de la hija del presidente del Gobierno para denunciar que estudiaba en un centro privado de Inglaterra. Que personajes de esta calaña sean elegidos para la Eurocámara, y que aparezcan en las encuestas de intención de voto en unas elecciones generales, no habla solo de lo mal que está la política, sino también de lo perjudicado que está el país. Y de cómo se degrada la democracia.