Referéndum en ‘prime time’

Referéndum en ‘prime time’

Bastan quince días de septiembre para arrinconar la indolencia de la hamaca bajo el ventilador y posponer aquellas promesas que nos hicimos, ideas que parecían imbatibles y ahora se van desinflando como el globo que escapa de los labios soltando un aire delgado. Andamos algo aturdidos por pasar del desapego vacacional a una vida reducida a la agenda, tal vez por ello los contenidos más buscados en Google se refieren a la salud y a las drogas. Dos contrarios que se necesitan en una sociedad que ha perdido la alegría y el sueño. Es preciso anestesiar los dolores del alma con amnésicas risas, y el capitalismo lo sabe. Por ello se ha apropiado del humor y del cannabis, que está haciendo aún más ricos a los millonarios gracias a las patentes de productos con cannabidiol, que contienen las propiedades relajantes de la marihuana sin colocar. Disponemos para ello de otros medios cuyo consumo es legal, y no me refiero solo al alcohol y las benzodiazepinas que tantos españoles consumen, sino a la televisión.

Pablo Motos y David Broncano

  

ATRESMEDIA / RTVE

Durante una semana nos hemos levantado tan pichis pensando en quién habría ganado el asalto, Broncano o Motos, como si fuésemos familia de alguno. Las dos Españas, se dice una vez más; la de Victoria Federica o la de Juanjo Millás. Porque la conversación no va, en realidad, de televisión sino de política, aunque se parezcan tanto, capaces ambas de producir un rápido hartazgo. “La televisión es una bestia, no tiene memoria ni gratitud”, oí decirle una vez a Paolo Vasile, un auténtico Fouché de las ondas.

Las dos Españas, se dice: la de Victoria Federica o la de Juanjo Millás

Ahora Broncano y su frescura, Motos y su colmillo retorcido, mantienen un pulso en prime time. A uno le tildan de pasota y al otro de cuñado porque lideran formatos que coquetean con el humor ideológico: in risa veritas. Pero resulta que a la derecha no le hacen ni “puta gracia” algunas bromas que doblan a la izquierda, y viceversa, demostrando que, sí, toda risa es política, y que ni para reír nos ponemos de acuerdo. Y es que el Broncano-Motos se ha planteado como un combate por monopolizar la verdad en el espacio público: casi cinco millones de espectadores votando su particular idea de la libertad.

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