Los hombres no dan la talla
Los hombres somos bochornosos. No damos una. Ahora resulta que el Reino de España sufre un “déficit masculino”, resumido ayer en este diario en un reportaje de Mayte Rius: “Encontrar pareja es más difícil para las españolas heterosexuales con estudios superiores y convicciones feministas que desean un hombre afín a ellas”.
El asunto es dramático: los hombres no damos la talla. Tampoco es ninguna novedad porque, últimamente, todo lo hacemos mal.
Cada vez hay más mujeres que no encuentran pareja con estudios y feminista
El déficit obedece al desfase académico –las casaderas tienen más estudios– y al requisito “relevante” del 84% de ellas de que su pareja –el mirlo blanco– se comprometa de entrada a una implicación incondicional en el hogar.
Yo ya no sé qué decir a los jóvenes para que espabilen a menos que piensen pasarse toda la vida vistiendo santos.
–¡Ricardito, o estudias más o te quedarás soltero como tu abuelo!
Ya imagino que el “déficit masculino” es culpa de los hombres, que a la hora de buscar pareja se guían por anacronismos como el físico –¡venga cosificar!–, la atención a sus proezas laborales y el respeto a ciertas líneas rojas tal que su carrera deportiva, aunque consista en jugar a fútbol con amigos una vez por semana y salir después a cenar para celebrar un balance sin heridos.
Las mujeres que desearían una pareja fetén no están, en cambio, para estas tonterías y requieren candidatos ilustrados –nada de berzas–, simpatizantes del feminismo y sus postulados y con predisposición y aptitudes domésticas (se valora el dominio de la cocina al vapor). En contrapartida, al parecer, tanto da que sean guapos o más feos que Picio (otro día hablaremos del tal Picio, zapatero remendón y desdichado).
Yo espero que los jóvenes corrijan sus deficiencias, se apliquen más en las universidades y entiendan que los cojines, las cortinas o los calcetines emparejados no se ubican solos en un hogar. O se enmiendan o corren el riesgo de no disfrutar de la vida en pareja del siglo XXI, más exigente, saludable y no sé yo si más sostenible.
Las mujeres, señores, no están hoy para perder el tiempo moldeando a seres inferiores.