La guerra comercial con China se agrava

La guerra comercial con China se agrava

En las guerras comerciales siempre pagan justos por pecadores. Ahora es el sector lácteo europeo el que puede sufrir la penalización de altos aranceles sobre algunos de los productos que vende a China. Esta es otra medida que preparan las autoridades de Pekín como represalia a los elevados aranceles que la Comisión Europea ha impuesto sobre la importación de sus vehículos eléctricos. La Unión Europea exporta anualmente productos lácteos a China por valor de 1.680 millones de euros.

La Comisión Europea ha compro­bado que los fabricantes de coches eléctricos chinos reciben importantes subvenciones públicas que abaratan mucho su precio y, por tanto, suponen una competencia desleal para los fabricantes europeos. Lo mismo dice sospechar ahora China de algunos grandes productores de lácteos de la UE por considerar que reciben también subvenciones públicas muy elevadas y que, por tanto, les supone también una compe­tencia desleal. El Gobierno chino confirmó ayer que ha abierto una investigación para combatir lo que considera un dumping del sector lácteo europeo. Este expediente investigador se suma a los que se anunciaron en junio sobre algunos licores, como el coñac, y los productos derivados del cerdo, principalmente producidos por España, Francia, Países Bajos y Dinamarca. El sector porcino de Catalunya tiene, a su vez, importantes acuerdos co­merciales con estos últimos países.

Pekín estudia represalias que pueden afectar a los sectores lácteo y porcino

El anuncio de China sobre las represalias al sector lácteo se produjo ayer mismo, justo después de que la UE confirmase su voluntad de subir los aranceles sobre los vehículos eléctricos procedentes de China. Estos ya tienen un incremento del 10%, pero no es suficiente para equilibrar su precio de venta con el de los vehículos fabricados en Europa. Por ello la Comisión Europea ha decidido elevarlo con porcentajes que pueden llegar a un 36% más, dependiendo de las marcas y durante cinco años, aunque estarán su­jetos a revisión. Alemania y Suecia se oponen a estas medidas por el miedo a represalias sobre sus ventas de automóviles a China, que es su principal cliente. Pero, de momento, esas represalias se centran en el sector agroalimentario europeo. A juicio de los dirigentes chinos, este sector es más delicado políticamente por su impacto en la agricultura europea. En una guerra comercial, como se demuestra ahora, cada bando utiliza las estrategias que considera más adecuadas para presionar. Todo indica que los agricultores y ganaderos europeos pueden ser ahora las víctimas de la nueva guerra comercial con Pekín. La preocupación en el sector agroalimentario europeo es evidente por las pérdidas que les puede provocar la defensa del sector automovilístico europeo frente a China.

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