Puentes en Madison

POSTALES AMERICANAS

Puentes en Madison

He visto alguna gente enamorada en Iowa. Arrumacos, carantoñas, gentilezas y caricias. Parejitas que van a hacerse fotos al plató natural de la película Los puentes de Madison. ¡Que viva el amor y el turismo del sentimiento! Unos vienen aquí y otros se van a Kenia a visitar la casa donde Karen Blixen escribió Memorias de África. El querer también tiene sus santuarios cinematográficos.

Quería preguntar a los tortolitos que me he cruzado en el recorrido si el suyo también era, como el de Meryl Streep y Clint Eastwood, un amor prohibido. Pero he tenido la boca cerrada y me he limitado a observar. Creo haber actuado correctamente. No hay que interrumpir los momentos felices de los demás. Y nada es más perverso que perforar sin motivos de fuerza mayor la burbuja del enamoramiento ajeno.

La gente que he visto no respetaba para nada el imaginario de la película que los había traído por estos lares

Pero tengo para mí que la gente que he visto era en el fondo un grave error de reparto. No estaban donde debían. No respetaban para nada el imaginario de la película que los había traído por estos lares. En los puentes de Madison uno debería cruzarse con gente sola y semblante serio dándole vueltas a la frase que Clint Eastwood suelta en el filme cuando ya ha caído de bruces en la trampa que él mismo se ha puesto: “No quiero necesitarte porque no puedo tenerte”. En cambio, todo lo que uno ve son enamorados convencidísimos de que no tienen necesidad de esconderse de nadie.

Yo esperaba hallar retorcidos poetas con las heridas abiertas y sangrando pena a granel por querer a personas casadas. U otros sufrientes enamorados de carácter más práctico haciendo planes para asesinar al marido o a la esposa de sus amantes. Y no. Los más eran parejitas felices comiendo perdices y posando conjuntamente para las selfies. O sea, verdaderos okupas en un lugar que no les pertenece.

St. Charles, Iowa - May 4, 2021: The Imes Covered bridge, gateway to the covered bridges of Madison County

 

Getty Images

Los puentes de Madison solo deberían cruzarlo individuos cargados con el peso del amor que no puede ni debe ser visto. Deberían señalizarlo como una reserva para los protagonistas de las relaciones que se niegan una, mil y un millón de veces. Un lugar exclusivo para quienes andan metidos en un embrollo del que, tarde o temprano, van a salir escaldados. O sea, un verdadero destino para el turismo de masas.

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