Nuevos horizontes en Bangladesh

Nuevos horizontes en Bangladesh

Ha pasado ya una semana desde que Sheij Hasina, la primera ministra de Bangladesh, abandonó el cargo que había ocupado durante quince años y luego se marchó del país. Esto ocurrió a consecuencia de las protestas lideradas por los estudiantes universitarios, muy críticos con el sistema de cuotas para el acceso a determinados empleos públicos, que reservaba el 30% de estos a los familiares de los héroes de la independencia del país, alcanzada de Pakistán en el año 1971.

Bangladesh es un país en franca expansión económica, con un crecimiento medio del 6,4% anual en la última década, que le ha permitido triplicar su renta per cápita. Su contribución a la industria global de la confección y la moda rápida ha sido uno de los motores de progreso: proporciona trabajo a muchos de sus 170 millones de habitantes, librando de paso a unos veinticinco millones de la pobreza, y creando bienestar colectivo.

Mohamed Yunus da esperanza a un país que crece pero aún sufre grandes desequilibrios

Pero los desequilibrios en la distribución de la riqueza, la discriminación de los universitarios y una corrupción rampante, que afectaba a distintos estamentos del poder y de la Administración, encendieron unas protestas estudiantiles a principios de julio que, tras sangrientos incidentes con centenares de víctimas mortales, abocaron al fin del régimen de Hasina, una activista a favor de la democracia que había derivado, según sus múltiples detractores, hacia un poder autocrático.

A petición de los estudiantes, fue reclamado como consejero principal de un nuevo Gobierno Mohamed Yunus, premio Nobel de Economía en el año 2006, en reconocimiento a su política de microcréditos que dio acceso a la emprendeduría a personas de recursos limitados. Pese a tener ya 84 años y residir en París, Yunus respondió afirmativamente a la petición estudiantil y hace unos días regresó a su país para asumir la tarea que se le solicitaba. Su talante es el de una persona conciliadora. Ayer mismo hizo un llamamiento a la unidad y la cooperación, recordando que los derechos deben ser iguales para todos, independientemente de cuál sea su etnia, y pidiendo tiempo para satisfacer las aspiraciones democráticas de su sociedad.

Yunus no lo va a tener fácil. Bangladesh es un país mayoritariamente musulmán con una pugnaz minoría hindú. Las desigualdades sociales son todavía notables. Y la Administración está lastrada, tal y como se recordaba más arriba, por diversas formas de corrupción. Aun así, el país otea ahora mismo nuevos horizontes. Lo hace, además, de la mano de Mohamed Yunus, que previamente dio ya grandes esperanzas a muchas personas que habían nacido sin ellas, y en quien ahora cifran las suyas buena parte de sus conciudadanos.

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