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El ciudadano reaccionario

Con la victoria en las elecciones legislativas, el Nuevo Frente Popular, liderado por la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, ha logrado imponerse a Reagrupamiento Nacional, de Marine Le Pen, al conseguir que el miedo a la extrema derecha se impusiera, a pesar de la fascinación que despierta en muchos ciudadanos franceses de izquierda la propuesta del RN de “orden y cambio” para salvar a Francia. Muchos votantes franceses han estado dudando hasta el último momento entre parar al RN o abrazar la agenda para recuperar Francia para los franceses que propone la extrema derecha. ¿Cuál es la razón por la que hasta el último minuto se haya temido el triunfo de Reagrupamiento Nacional? ¿Qué razones son las que han motivado que el RN haya pasado de 83 escaños en las legislativas del 2022 a 134 en las últimas elecciones?

La causa de este tenaz y constante crecimiento de la extrema derecha se debe a la mentalidad de buena parte de los franceses, que ya no confían en las reformas que cíclicamente propone el Estado para recuperar la confianza del país en sus instituciones y ahora quieren reconstruir la nación que ha sido destruida por una izquierda y un centroizquierda más preocupado en dotar más derechos a los ciudadanos sin exigirles ninguna responsabilidad y compromiso con la nación. La nación que quieren reconstruir no se basa en construir puentes, carreteras o presas para abastecer de agua a la población sino en salvaguardar aspectos como la lengua, la cultura, la identidad compartida, las tradiciones, las costumbres, la religión, los valores, la bandera, las fronteras y el republicanismo. Se trata de protegerse de todas aquellas entidades y países que socavan la nación­. Los franceses priorizan activar recuerdos comunes, sentimientos y emociones que han forjado la nación.

 

Marine Le Pen en X / Efe

El gran error político de la socialdemocracia, de la extrema izquierda y del centro derecha es pensar que es posible combatir el cambio de mentalidad hacia posiciones más conservadoras y reaccionarias de la sociedad señalando a los partidos de extrema derecha como los únicos responsables de dicho cambio. La obstinación de la izquierda y, sobre todo, de la extrema izquierda de que no se puede dejar gobernar a la extrema derecha responde más a un discurso político que a una resistencia real y efectiva al cambio de mentalidad de los ciudadanos, ya que muchos de sus votantes prefieren hoy movilizarse para defender sus tierras, su familia y su trabajo que hacerlo por los derechos LGBTI o la reducción de la jornada laboral; lo que quieren es trabajar, no trabajar menos.

Es necesario entender que los ciudadanos, aunque no puedan expresarlo con palabras, se sienten identificados con la observación del escritor Nicolás Gómez Dávila, cuando advierte: “La democracia es el sistema por el cual lo justo y lo injusto, lo racional y lo absurdo, lo humano y lo bestial, se determina, no por la naturaleza de las cosas, sino por un proceso electoral”. Al vaciar la democracia de valores­ como la verdad, la justicia, la educación y la solidaridad, y sustituirlos por un discurso políticamente correcto, el ciudadano interpreta la promesa de volver a la naturaleza de las cosas como una salida más sólida que seguir siendo engañados por una democracia que prioriza con ambigüedades sus propios intereses políticos.

El auge de la extrema derecha se debe a que los franceses ya no confían en las reformas del Estado

La socialdemocracia se ha visto inducida y animada por la extrema izquierda a seguir adelante por un camino político que conduce a un mayor intervencionismo del Estado, tanto en la esfera pública, incluido el lenguaje, como en la privada, al determinar quién es un buen ciudadano y cuál no lo es. Este camino equivocado es el que ha tomado la socialdemocracia en España y ahora, al haber llegado tan lejos, ya no tiene fuerzas para rectificar y cambiar de sendero.

La tozudez e inercia de la extrema izquierda en seguir por el camino equivocado ha generado que muchas personas, al ser conscientes de los efectos negativos derivados del cambio climático y como reacción a tanta presión por salvar el planeta, busquen una salida abrazando las tesis negacionistas. Si buscamos encontrar un antídoto contra el nacionalpopulismo, es necesario descubrir que su influencia política no radica en el contenido de sus propuestas, sino en haber sabido demostrar que las políticas de la extrema izquierda destruyen el concepto de nación.

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