El algoritmo y tú

El algoritmo y tú

En el andén, dos hombres hablan de un algoritmo como si fuera un ser vivo. Un tipo listo que vive dentro del móvil que tienen en las manos. Ese egocentrismo antropológico o antropofágico nuestro, que nos hace ver humanos en cualquier cosa; hay personas capaces de cogerle cariño a su aspirador, yo misma si me dejara ir, pero no lo voy a hacer. El caso es que estos dos hombres charlan sobre el algoritmo, entre irónicos y admirados, como si se tratara de un primo que te hace la vida imposible pero en el fondo te divierte. Se las sabe todas, dicen, te da lo que quieres, lo que de verdad te gusta, y tú ahí, atrapado, uy, mira esto, y esto otro, y ahora este vídeo de no sé qué, y ahora te sale una modelo, ¿dónde habrás estado, eh, para que te salga esa chica?, ¿dónde te habrá pillado el algoritmo?

CERCANIAS RENFE ESTACION DE ATOCHA

  

Emilia Gutiérrez

Y así te pasas las horas chupando móvil, con un enganche del quince, porque el algoritmo te conoce como si te hubiera parido y te da lo que estás buscando. La culpa es de las cookies, que te las tragas todas, venga a aceptar cookies a lo loco para que nada te detenga. Y luego está esa otra gente que las configura, horas configurando cookies, y entonces ya sí que le estás enseñando al algoritmo hasta los calzoncillos. O es al revés. Me pregunto si alguien sabe lo que cambia las interioridades técnicas de tu vida, aceptar cookies o configurarlas. Qué es mejor o peor.

Los usuarios ya no sabemos qué hacer para matar el tiempo y no matar a Renfe

Eso nadie lo sabe bien, como tantas otras cosas, comentan estos dos tipos que llevan una hora esperando el tren de Cercanías, deambulando por los andenes, entre avisos de retrasos de megafonía que no se entienden, porque están muy bajitos o de pronto te revientan los tímpanos. Ahí arriba hay alguien que se divierte con nosotros, no hay otra explicación, decimos mirando el techo de la estación. Los usuarios ya no sabemos qué hacer para matar el tiempo y no matar a Renfe con nuestras propias manos.

El reto de cada día es no destilar odio canino. ¿Odiar a quién? ¿A algún algoritmo ferroviario que, al contrario que el del móvil, es un incapaz? ¿Un algoritmo qué era? En Cercanías estamos desesperados. Peor aún, estamos tirando la toalla. Los andenes están plagados de gente­ con cara de haber tirado la toalla, quizás para siempre. Las mandíbulas flojas, los ojos en los móviles y las vías llenas de toallas abandonadas.

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