Paul Auster escribe en Baumgartner, su último libro, que la vida –y la política forma parte de ella– es peligrosa y nos puede pasar algo imprevisto en cualquier momento que lo cambie todo. Y aún añade que eso es una angustia a la que deberíamos acostumbrarnos, pero si no somos conscientes de ello, si no hemos puesto atención en la importancia del azar, es que no estamos vivos del todo.
Una de las cosas curiosas de nuestro tiempo es que la última semana de la campaña electoral resulta decisiva. Cada vez son más los electores indecisos que llegan a la recta final que conduce a las urnas sin tener el voto decidido y lo que ocurre en esos seis días finales vale su peso en oro. Entonces, los errores salen caros. En las últimas elecciones vascas, el error de Pello Otxandiano, candidato de EH Bildu, que no se atrevió a calificar a ETA de organización terrorista, le pasó factura. Igual le ocurrió a Alberto Núñez Feijóo en las generales, cuando renunció a acudir al debate a cuatro de TVE: la derecha acabó representada por Santiago Abascal (Vox) y su radicalidad le restó votos al candidato del PP, que se vio en la Moncloa antes de hora.
La última semana resultó decisiva en las elecciones generales y en las vascas
En las elecciones catalanas del domingo, esta semana puede ser crucial, sobre todo cuando casi una tercera parte de los electores dudan a quién votar, así que resultará vital lo que suceda en estos días. En la encuesta de YouGov para el Ara, se pone de manifiesto que los partidos con más indecisos que podrían votarles son PSC, ERC y el PP. En cambio, el electorado de Junts aparece como el más movilizado, pero al mismo tiempo es la formación con la capacidad de crecimiento más limitada. Casi la mitad de los que no tienen claro a quién votar no quieren a Puigdemont como presidente.
Según los politólogos, cada vez es más habitual que los votantes decidan su voto a última hora. La gente vive en el presente, solo parece importarles el instante siguiente y reflexionar les resulta menos interesante que TikTok. Así que, aunque Auster escribió El palacio de la luna en el siglo pasado, sigue siendo válida una de sus sentencias más rotundas: “Si no estás preparado para todo, no estás preparado para nada”. Una frase que, sin duda, suena a advertencia.