Centenares y centenarios

Centenares y centenarios

Según mis cálculos, he escrito cien columnas para este diario. La que tenéis entre manos es la 101. Podemos abrir el cava. Y mientras hacemos saltar el corcho por la ventana, llenamos las copas y bautizamos las frentes con espuma­, pienso en este número considerable. Cifra, si no exigente, al menos persistente. Y si no persistente, quizá simplemente inconsciente. En el mejor sentido de la inconsciencia. La de cada día, la de ir tirando, pasito a paso, de inercia, sin contar con los dedos, parsimoniosa y sin prisa, o como decimos en catalán, de mica en mica s’omple la pica.

Archivo

  Maria Branyas, la persona más longeva del mundo, en una imagen del 2017 

Pere Duran/Nord Media

Hace pocos días leía que el hombre más longevo del mundo ahora mismo es un señor inglés de 111 años que se llama John, que obtuvo el título en cuestión después de que un señor japonés de 112 años y de nombre Gisaburo muriera. En pocas líneas del artículo que le dedicaban en The Guardian, el tal John dijo dos cosas que me llamaron la atención. La primera, que la única dieta que mantiene rigurosamente es comer fish and chips los viernes. Y la segunda, que su longevidad se debe solo a la “pura suerte”, que o vives mucho o vives poco, y que no hay gran cosa que puedas hacer al respecto. Pero avisaba que “si bebes demasiado o si comes demasiado o si andas demasiado, si haces demasiado de cualquier cosa, al final, sufrirás”.

Es fundamental no creer que ciertas cosas misteriosas pasan en lugares lejanos

Y yo pienso: rellenemos las copas de cava, que cumplir más de cien años desde la irreverencia de comer fish and chips los viernes como elixir de la eterna juventud, la alegría de encomendarse a la pura suerte y la ligereza de hacer más bien poco como consejo vital me parece un buen motivo de celebración.

Pero es importante especificar “el hombre más longevo del mundo” y por “hombre” no entender “persona”. Y también es fundamental no creer que ciertas cosas misteriosas, y si no misteriosas, relevantes, y si no relevantes, inusuales, pasan siempre en lugares lejanos, porque la persona más longeva del mundo es una señora de 117 años que se llama Maria y vive en Olot.

¡Salud! Os estoy invitando a volver a brindar, a pesar del peligro de que tres copas de cava entren dentro de la categoría un poco ambigua de “beber demasiado”, pero bueno, un día es un día, y esta columna que cumple más de cien tenía ganas de festejar.

Lee también
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...