De la ocurrencia a la estrategia

De la ocurrencia a la estrategia

Emmanuel Macron se vino arriba y ante sus colegas occidentales dijo lo que todos pensaban y nadie se atrevía a verbalizar. Rusia va ganando la guerra y enviar tropas de la OTAN a Ucrania es una opción. Los aliados descartaron la propuesta francesa de inmediato, porque si la OTAN pisa territorio ucraniano, la escalada del conflicto sería imparable. A cambio insisten en la vieja fórmula de las sanciones a la economía rusa y en enviar toneladas de material bélico al frente.

Pero la realidad es tozuda y, después de dos años de combates, el aislamiento impuesto a Rusia son unas inofensivas cosquillas a su crecimiento. La cicatera ayuda militar ofrecida por Europa y Estados Unidos contrasta con los avances rusos en el frente, los 31.000 soldados ucranianos fallecidos en combate y la imposibilidad de reemplazarlos con soldados de refresco. A todo ello hay que añadir el pesimismo que se apodera de un país que aplica la ley marcial, donde ha desaparecido la libertad de expresión y la democracia está en suspenso mientras se recrudece la guerra.

A Ukrainian tank of the 17th tank brigade fires at the Russian positions in Chasiv Yar, the site of fierce battles with the Russian troops in the Donetsk region, Ukraine, Thursday, Feb. 29, 2024. (AP Photo/Efrem Lukatsky)

  

Efrem Lukatsky / AP

La desdicha de Ucrania es un escalofrío que recorre el nervio de toda Europa. Suecia, Dinamarca o Bélgica han pedido a sus ciudadanos que se preparen para una futura guerra y los países bálticos tiemblan ante los zarpazos de su vecino eslavo. La mirada estrábica del aliado americano, pendiente de Asia e indolente con el futuro europeo, completa un círculo diabólico para el continente.

Putin visiona la reciente incorporación de Suecia y de Finlandia al pacto atlán­tico como la última prueba de las intenciones occidentales de asfixiar a Rusia y por ello ha desenterrado una retórica bélica sin precedentes desde la guerra fría. Nadie sabe dónde establecerá el límite territorial para garantizar su espacio de seguridad como lo demuestra el apoyo a Transnistria, el enclave moldavo rebelde convertido en cabeza de puente ruso en el corazón europeo. Pero para ello antes debe superar el último bastión y derrotar a Ucrania. Y es entonces cuando la reflexión de Macron pasa de la ocurrencia a la hipótesis estratégica.

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