‘(P)Ícaro’

‘(P)Ícaro’

No fue hasta los siglos XVI-XVII que las novelas y las pinturas se llenaron de protagonistas pícaros en una España que vivía de las rentas abundantes. Cervantes, Murillo, Velázquez desearon inmortalizar a aquellos locuaces de palabras que para sobrevivir urdían argucias para terminar llenando sus cestas vacías. Con el paso de los siglos, España y el propio pícaro se han sofisticado. Ahora puede que lleven más corbata y chaqueta y hagan buen uso del poder alcanzado para llenar sus arcas o aumentar su influencia.

Estos días se ha estrenado la serie documental en Netflix (P)Ícaro, que narra el ascenso y descenso a los infiernos de un chaval llamado Francisco Nicolás, que logró poner en jaque a un gobierno y convertirse en un fenómeno de masas. La caída a los infiernos es su condena a más de doce años de prisión por cuatro causas distintas, tres de las cuales debe revisar el Tribunal Supremo. “Me creía Dios y se lió. (…) Era el puto amo. Me veía como el futuro ministro más joven de la democracia”, ha dicho él.

Una imatge de 'Pícaro: El Pequeño Nicolás'

  

Netflix / ACN

¿Cómo pudo llegar donde llegó un chaval trajeado y con una labia sobradamente demostrada? ¿Solamente ayudado por su argucia? Siguen planeando las dudas sobre ello y los claroscuros seguirán existiendo o formando parte de la leyenda del pequeño Nicolás.

‘El pequeño Nicolás’ logró poner en jaque a un gobierno y ser un fenómeno de masas

Tuve el privilegio de ser la primera en sentarlo en un plató de televisión, cuando era quizás la persona más buscada en España. Nuestro Wally particular. Metido en todas las salsas, con demasiadas preguntas, mucho humor, asombro social y cierto pudor y pavor de algunos estamentos e importantes instituciones de nuestro país. Él mismo cayó con todo su plumaje y apenas se quedó con la sombra de esa popularidad alcanzada que lo había caricaturizado hasta convertirlo en un esperpento, una mofa, un chismorreo antiguo. Nada más.

Ahora, con (P)Ícaro, ha vuelto a recordarse su caso, en un perfecto ejercicio de investigación para tratar de esclarecer qué ocurrió con el pequeño Nicolás. Sigue siendo fácil querer fabular con su historia, despejarla de los peligros que supuso que un adolescente llegara tan lejos. Sigo convencida de que sabe mucho más de lo que ha contado y puede que llegue a contar nunca. Un pícaro, al fin y al cabo, es un rango menor y poco peligroso. Mejor dejarlo así que levantar más liebres.

Lee también
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...