‘Legisfare’

Una de las cosas que más me fascinaban cuando fui diputada era el uso de algunas palabras totémicas, imprescindibles para estar en la discusión. Palabras de esas que no usas jamás en tu vida cotidiana o nunca para ese significado pero que acaban resumiendo un tiempo o una posición política. Me acuerdo de cómo mis amigos me tomaban el pelo cada vez –que eran muchas– que usaba la palabra capteniment. El procés (ya una de esas palabras en sí misma) nos trajo un diccionario completo: full de ruta, estructures d’Estat, equidistància y un largo etcétera. Pero ahora el palabro de moda es lawfare. Una palabra que nadie usaba hace pocos meses y que ahora, si no te adhieres a su significado, parece que vivas en Matrix.

“Hombre, no me dirás que no, el lawfare haberlo haylo”, me decía el otro día un buen amigo y yo, lenta de reflejos, sigo sin saber bien bien a qué se refiere. ¿A que hay fallos judiciales erróneos? Pues claro, de siempre. ¿A que hay jueces prevaricadores? Pues también. Y condenados si así se demuestra. ¿Les suena Estivill? ¿A que hay defensas corporativas ante ataques corporativos? Pues desgraciadamente me temo que también. ¿A que hay discrecionalidad interpretativa? Pues sí, también.

Como explicaba Tomás de la Cuadra en un magnífico artículo en El País, las distintas convicciones morales, ideológicas y religiosas de los integrantes de cualquier tribunal influyen en sus sentencias sin que ello las deslegitime y por eso es tan importante garantizar una presencia proporcional de nuestra pluralidad en los tribunales para conseguir, en síntesis, un fallo lo más ajustado posible a una Constitución no confesional y a la realidad de nuestro tiempo. Pero creo, aunque ya les he dicho que estoy lenta de reflejos, que cuando hablan de lawfare no hablan de Dworkin ni nada parecido, sino que es solo una deslegitimación.

efe

Míriam Nogueras, portavoz parlamentaria de Junts 

Borja Sánchez-Trillo / Efe

La idea fuerza “los jueces son de derechas” es indemostrable, aunque les digo que, si de mí dependiera, hace mucho que hubiera cambiado el sistema de acceso a los puestos de alto funcionariado: me parece demasiado sesgado a un determinado tipo de formación y sin ninguna ayuda pública a alguien que tiene que pasarse unos cuantos años preparando oposiciones. Pero esto ni lo ha cambiado ni lo ha propuesto cambiar ningún gobierno.

Se empieza cuestionando el poder judicial y se acaba socavando la democracia

Si yo ahora les dijera que existe el legisfare porque hay diputados corruptos (haberlos haylos), vagos (haberlos haylos) y sesgados y me dedicara a menoscabar al Parlamento, a citarlos por su nombre y a no querer aplicar sus leyes pensarían que estoy zumbada. No es que no haya problemas ni imperfecciones en nuestro poder legislativo, los hay. También en el poder judicial, puede que incluso peores. Pero la senda emprendida en nombre del nuevo palabro de moda que lleva a Nogueras a señalar a jueces desde el atril y a la portavoz de Podemos a afirmar que solo es el Parlamento quien manda es la senda de Trump, Orbán y similares. Siempre empieza igual, cuestionando el poder judicial y acaba parecido, socavando la democracia.

Cuando Carles Puigdemont era president e impulsó las leyes de desconexión de septiembre del 2017 que mataron a Montesquieu, ya dio muchas pistas. Preveían una comisión constituyente cuyo poder explícitamente no estaba sujeto a ningún control ni podía ser suspendida ni impugnada por ningún otro poder o tribunal. Solo respondía ante Dios y la historia, como bien le recordó Miquel Iceta. ¿Les suena? Si sí, pregúntense por qué en estos temas le seguimos haciendo caso.

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