Las malas artes

FUTUROS IMPERFECTOS

Las malas artes

El cuadro La Gioconda, de Leonardo Da Vinci, ha recibido numerosas agresiones a lo largo de la historia (incluido un robo en 1911), sin que por ello perdiera su sonrisa. La más grave fue a mediados de los cincuenta, cuando un loco arrojó una piedra contra su cristal protector, que consiguió romperlo e impactar en el brazo izquierdo de la Mona Lisa, cuyo daño aún se percibe a pesar de la restauración. El ataque más reciente a la obra fue este fin de semana, cuando dos activistas del grupo Resistencia Alimentaria, que propugna una alimentación sostenible, lanzaron contra el cristal que la protege una espesa sopa de nueces.

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La repercusión que tuvo que un activista disfrazado de anciana en silla de ruedas lanzara una tarta de crema contra el cuadro en el 2022 animó al ecologismo a protestar, embadurnando con todo tipo de gastronomías obras de arte. Entre las más sonadas figuran la agresión a dos telas de Vincent van Gogh: El sembrador, que fue atacada con una sopa de guisantes en el Palazzo Bonaparte de Roma, y Los girasoles, que recibió el impacto de sopa de tomate Heinz en la National Gallery de Londres. Y, por supuesto, el lanzamiento de una espesa salsa a La joven de la perla, de Johannes Vermeer, en el Museo Mauritshuis de La Haya, y el de puré de patatas sobre Meules, de Claude Monet, en el Museo Barberini de Potsdam.

La ministra de Cultura de Francia afirma que ninguna causa justifica atacar ‘La Gioconda’

Curiosamente, en la obra Latas de sopa Campbell’s, de Andy Warhol, expuesta en la Galería Nacional de Canberra, las ecologistas no lanzaron crema alguna –que hubiera sido más propio–, sino que pegaron sus manos en los cuadros, igual que hicieron otros colegas en La maja desnuda y La maja vestida, de Goya, en el Museo del Prado de Madrid, y provocaron daños en sus valiosos marcos.

Es evidente que maltratar obras de artes da visibilidad, pero dudo de que comporte simpatía a las causas que pretenden defender. La ministra de Cultura de Francia, Rachida Dati, ha escrito en X que ninguna causa puede justificar que una obra de arte sea objeto de un ataque. No opinan igual los ecologistas, que consideran que urge salvar el mundo. La única duda es si no podrían salvar también obras de arte que son patrimonio de esa humanidad a la que quieren –y deseo que consigan– redimir.

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