Batería baja

“Si mi cell se va a apagar, solo te aviso a ti”, canta Rauw Alejandro en la canción Beso. No estoy aquí para hacer balance sobre relaciones de pareja ajenas, ni sobre rumores de nuevos romances. Sobre todo, porque a mí la “verdad” o la “realidad” no me importan mucho. Me interesa mucho más la literatura. Y no estoy pidiendo un Nobel para el músico puertorriqueño. Por literatura me refiero a la capacidad de señalar una cosa, para estar diciendo otra. Coger un teléfono sin batería y, con más o menos destreza, colocarlo dentro de un verso, para hablar de prioridades vitales y el afecto que sientes por alguien. Pero tampoco estoy aquí para valorar como de acertada u original es la metáfora.

Smartphone Charging

 

Getty Images/iStockphoto

Estoy aquí, porque yo hacía esa cosa maravillosa que es bailar, el último día que bailaba, cuando Rauw entonó que si la batería de su teléfono le amenaza de un apagón inminente, solo te avisa a ti. Y me pregunté, ¿qué hago yo, cuando mi móvil está a punto de apagarse? Y lo que es más importante, ¿qué se tiene que hacer? Empíricamente. O, ¿qué hay tiempo y qué no hay tiempo de hacer? ¿Una nota de audio? ¿Una lección de Duolingo? ¿Un Bizum? ¿Una declaración de amor? ¿Es mejor enviar el emoticono de un corazón o arriesgarse a componer dos líneas?

¿Qué hago yo, cuando mi móvil está a punto de apagarse? Y ¿qué se tiene que hacer?

Quizá la cosa me tocaba de cerca porque la batería de mi móvil apenas aguanta medio día y mi cargador carga solo cuando le apetece. Y seguramente era el cava de la celebración del nuevo año, pero la única con­clusión a la que llegué es que lo mejor es no hacer nada. Ver cómo se apaga la pantalla como quien ve ponerse el sol. O como mucho utilizar ese tanto por ciento ínfimo de batería para ­asegurarse que sigue sonando mú­sica y así bailar hasta el último ­momento.

Porque a veces nos preocupamos sobremanera por cosas bastante pequeñas. ¿Y cómo será que no encuentres un alma compasiva que te preste su cargador, o la propietaria amable de un bar que te señale un enchufe, o un buen samaritano que en el peor de los casos te deje su teléfono? Y digo en el peor de los casos porque, de memoria, yo solo me sé los antiguos teléfonos fijos de mis abuelas y los de dos amigos de aquellos con los que eres amigo desde la adolescencia, cuando ya empezábamos a tener móviles, pero nunca teníamos saldo para avisar a nadie de que nos estábamos quedando sin batería.

Lee también
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...