Siento curiosidad por saber la verdadera historia de Francisco Galindo, el discreto diplomático salvadoreño que el PSOE y JxCat eligieron como verificador de sus acuerdos para la investidura, del que se habla a diario no solo en la prensa española, sino también en el Congreso de los Diputados. Es más, va a ser llamado a declarar en una comisión de investigación que el PP va a crear en el Senado. La sensación es que se está intentando convertirle en un personaje salido de una novela de Graham Greene. Alberto Núñez Feijóo lo calificó en su intervención en el pleno de la amnistía de “experto en conflictos entre bandas armadas”. Sin embargo, su especialización es la ayuda al refugiado, pues ha sido durante veinte años representante de Acnur, antes de ser embajador de El Salvador en Francia y Colombia. En la actualidad, colabora con el centro de mediación Henri Dunant.
El diario El Mundo recogía ayer la frase de uno de los colaboradores del líder del PP, según la cual “Sánchez traerá a Puigdemont a España y nosotros, a Galindo”, como si se tratara de un personaje sospechoso, aunque nada permite suponerlo. El corresponsal de El americano impasible lo decía igual de claro que para referirse a todos los Galindo del mundo: “Desdichadamente, los inocentes siempre están implicados en todos los conflictos”. Así que el verificador tendrá que ir a Madrid para explicar qué labor hace en Ginebra en los encuentros entre socialistas y posconvergentes, cuánto cobra por ello y si tiene algún encargo oculto. Una investigación novelesca en una institución como la Cámara Alta, que el PP quiere convertir en el alcázar para defender que España no se rompa.
Feijóo calificó al verificador de experto en conflictos de bandas armadas, sin que lo sea
Ciertamente, lo del verificador internacional, que solo puede ver, oír y callar, como los tres monos tallados en madera del santuario japonés de Toshogu, fue una concesión del PSOE a Carles Puigdemont para escenificar que le ha impuesto al Gobierno un diplomático extranjero para que cumpla sus compromisos. Al independentismo le encanta la sobreactuación y el PP va por el mismo camino. Será interesante ver la cara de sorpresa que pondrá Francisco Galindo en el Senado, y aún más conocer qué hace exactamente en las reuniones de Ginebra.
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