No sé de qué me hablas

CONFUSIÓN VITAL

Prefiero no escribir de tele. Me da cosa que alguien que hace televisión hable de otros que se dedican a lo mismo. Pero tampoco hay que tener tantos remilgos. Y menos si lo que quieres es hablar bien y encima es de la competencia. No se lleva mucho eso de elogiar a la competencia. Muchos profesionales pertenecemos a algún grupo mediático, público o privado, y normalmente solo hablamos de los nuestros. Nos invitamos entre nosotros, nos recomendamos entre nosotros, nos citamos entre nosotros y así nuestros mundos se van empequeñeciendo cada vez más.

opi 3 del 2 desembre

 

MARTÍN TOGNOLA

Estaba yo el jueves intentando escribir este artículo, que tenía otro título y otra temática, cuando recibí un watsap. “¿Estás viendo lo de la Milá con Maruja Torres?”. Era un mensaje muy vintage : me invitaban a ver un programa de televisión en el mismo momento en que lo estaban emitiendo, como cuando mi madre veía que salía El Dúo Dinámico, y llamaba corriendo a su amiga Antonieta. “Pon la tele, nena” y colgaba. No necesitaban nada más.

En otra época de mi vida yo hubiese estado esperando ansioso ese estreno, sentado en el sofá de casa de mis padres, frente a la tele y grabándolo en VHS. Como cuando vi el primer Queremos saber o La vida en un xip o La Luna o La casa por la ventana. Me sigue encantando la tele, pero creo que he perdido algo de ilusión después de esperar tantas veces algo nuevo y llevarme unos cuantos chascos.

Mercedes Milá estrenaba programa con Inés Hernand; ¿qué podía salir mal? Nada

Hice caso del watsap y puse a la Milá, que volvía a TVE después de 20 años. Por un momento la tele olió a otra cosa. Olía a nuevo, y a la vez el olor era familiar. Olía a cuando la tele ya era la caja tonta pero mantenía su prestigio. Olía a comedor calentado con estufa de dos barras, a sopa de farigola con pan, pero también a Yatekomo en el microondas y a cortado con leche de avena.

La mítica Mercedes Milá estrenaba un programa a dúo con la revelación de la cadena pública los últimos años, Inés Hernand. ¿Qué podía salir mal? Pues nada, porque además la invitada era Maruja Torres y más tarde llegó el diseñador Palomo Spain. Gente interesante diciendo cosas interesantes, con las que aprendes, y a la vez te entretienes y te ríes. Sin crispación ni consignas escritas por otros.

Del programa nadie te explica la dinámica, porque no hace falta. No entran caretas de secciones ni sintonías. Todo fluye a lo be water my friend. Se juntan gente de 20 años que no tiene ni idea de quién es Lola Flores, y gente de 55 para arriba, que no sabe nada de Taylor Swift. De ahí el nombre: No sé de qué me hablas.

Lee también

El Pepe

Jordi Évole
opi 3 del 25 novembre

La misma semana que había tenido que explicarle a mi hijo quién era Terry Venables, yo me enteraba gracias a Hernand de que la disco de moda en Madrid se llama Fabrik o que al rey emérito le llaman rey Emírato. La Milá se daba paso a sí misma en un vídeo de archivo con un arte que tienes que ser la Milá para saber hacerlo. Y vemos a todo un Camilo José Cela coqueteando con la presentadora, explicándole sus artes anales para absorber agua. A la Milá, danzando por el plató, se la ve orgullosa de su momentazo con el Nobel, hasta que Hernand con sus ojos criados en el me too le suelta que al señoro se la estaba poniendo como un brik de vino.

A pesar de la voluntad de juntar en el sofá de casa a varias generaciones, no fue un pelotazo de audiencia, porque ya casi nada es un pelotazo. Maruja Torres, hablando de lo suyo, sentenció: se está olvidando el placer de escribir y el placer que le das al lector para leer. Justo eso es lo que ofrecieron Milá y Hernand: el placer de hacer tele y el placer que le das al espectador que la ve. Qué gustazo. Que dure.

Lee también

Investidurísima

Jordi Évole
Martin Tognola para evole
Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...