Madrid pierde por goleada

Madrid pierde por goleada

Antes era fácil. ¿Apretón? Te acercabas a un bar y, viéndote la cara desencajada, quizá la posición agarrotada de las manos, el respirar acelerado, te indicaban el camino: “Al fondo a la derecha”. ¡Qué amables éramos todos entonces! Pero se acabó. Ahora resulta difícil dar con el establecimiento que cuente con un triste baño. El mundo ha cambiado, y la mayoría de sitios de siempre se han despedazado en pequeños espacios grandilocuentes con interiorismo de pega, un buen escaparate y puede que hasta cuatro mesas, pero sin lo que tú buscas. No te equivoques, son muy monos (o “en plan muy cuquis”, como siguen diciendo algunos), pero pocos te ofrecerán un baño cuando lo necesites. Todo es para llevar; también tus necesidades. Y cuando das con ese bar, hotel o restaurante que dispone del reservado, retrete o como quieras llamarlo, te cambian el celestial “al fondo a la derecha” por una cifra.

Un indicador de lavabo público

 

Getty Images/iStockphoto

Es el precio. Entre dos y cinco dólares en cualquier bar de Nueva York. Dos francos suizos en un restaurante normalito de Ginebra. Un euro (puedes pagar con tarjeta) en los baños zen que afloran en aeropuertos y terminales de trenes de media Europa. Está claro que antes de llevarte la mano a la bragueta, debes asegurarte de que llevas la cartera. Para evitar esa incomodidad añadida a la del apretón existen aplicaciones como Buscar Baño –tiene 2.700.000 baños públicos geolocalizados y te advierte, con toda franqueza, que en la mayoría de los sitios te pedirán consumir antes; falta que puedas...–, Toilet Finder (incluye fotos y hasta el tipo de papel higiénico), Toilet Map, Pee Place o Public Toilet Nea.

Son muchas y con suficientes datos como para permitirse la elaboración del primer ranking acreditado del asunto. Gana, por goleada, París (7 baños públicos por kilómetro cuadrado) y Barcelona sale bien parada. Con 1,15 casi entra en el top-10 (es la 11) y tiene a Madrid lejísimos (con 0,13 empata con Marrakech y Río de Janeiro). Sorprende el buen posicionamiento de Barcelona viendo como está y como huele. Y se confía en que para ese ranking no se hayan contabilizado nuestras derrotadas papeleras, esquinas, portales y meadísimos contenedores.

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