La diplomacia con Israel
La presencia de Pedro Sánchez en la cumbre de El Cairo y la reunión que mantuvo ayer con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abas, es una demostración clara de que la diplomacia española está actuando en el conflicto de Oriente Medio con una clara voluntad de no perder los puentes con el mundo árabe. No es una posición sencilla, y más después de la polémica de esta última semana, cuando la embajada de Israel en España acusó al Gobierno de alinearse con el terrorismo de Hamas por las declaraciones de los ministros de Podemos. Aquella crisis se saldó con un comunicado durísimo escrito a mano por el propio ministro de Exteriores, José Manuel Albares, en el avión de regreso a España tras participar con Sánchez en una cumbre en Albania. Otros países de la UE, como Francia o Alemania, han mostrado una predisposición mucho más favorable a Israel, pero el Gabinete de Sánchez cree que esta posición es un error porque Europa no puede quedarse alineada en un único bando. De lo que se trata es de intentar una mediación para buscar una salida pacífica al conflicto y, sobre todo, evitar que se produzca una escalada que lleve a una guerra total.
Sánchez, como presidente de turno de la UE, propuso el pasado martes usar la reunión de la Unión por el Mediterráneo (UpM) del próximo 27 de noviembre en Barcelona para intentar relanzar el diálogo en la región. Es significativo que ese es de los pocos foros que reúnen en condiciones de igualdad en la misma mesa a Israel y a la Autoridad Nacional Palestina. La agenda de esa cumbre está abierta y hoy es imposible predecir cómo estará el conflicto en aquel momento. Pero el Gobierno de España no se equivoca al apostar por esa vía y, a pesar del dolor causado por la acción terrorista de Hamas y la solidaridad general con el pueblo de Israel, no se puede ignorar la marginación que sufren los palestinos. El tema es muy complejo. En la crónica que hoy publica nuestro enviado especial, Joaquín Luna, se destaca el malestar de muchos judíos por lo que consideran escasa empatía europea en esta crisis. Eso es lo que hace tan difícil la actuación diplomática en este tema, pero Europa y España se equivocarían si confundiesen el necesario apoyo a Israel con la exclusión y el olvido de los palestinos.