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¿Amnistía y nada más?

La noria de la investidura sigue rodando y, mientras corre el reloj, todos los focos están puestos sobre una posible ley de amnistía. Pedro Sánchez y el PSOE mantienen su calculada ambigüedad diciendo que no están a favor ni en contra de una amnistía, sino todo lo contrario, con el propósito de ganar tiempo, creyendo que cuanto más nos acerquemos a la fecha límite para apretar el botón de la repetición electoral su fuerza negociadora crece porque nadie, salvo el PP, querrá arriesgarse a perder las oportunidades políticas que ofrece la aritmética actual.

Ninguno de los partidos que pueden conformar la mayoría para investir a Sánchez jugará a la ruleta rusa y se aventurará a perder su posición ni a ser señalado como el responsable de una posible mayoría de PP y Vox si hay unas nuevas elecciones. Y, en ese ganar tiempo, en el calendario de este otoño hay un hito importante: si el catalán recibe la luz verde para convertirse en una lengua oficial de la Unión Europea todavía será más complicado justificar la repetición electoral.

 

Emilia Gutiérrez

El PSOE tendrá que destapar sus cartas sobre la amnistía en algún momento. Mientras tanto, quien ejerce el papel de fiel escudero, como Sancho Panza con don Quijote, es Yolanda Díaz, que abandera la causa de la amnistía. Sumar es el encargado de abrir el melón y lanzar los globos sonda necesarios para calibrar el coste político de la iniciativa, mientras los socialistas remarcan que esto no va con ellos y que nada de lo que diga la vicepresidenta responde a la posición del PSOE. El último ejemplo de ello es la presentación, el pasado martes, en Barcelona, de un dictamen suscrito por cinco profesores de Derecho Penal que avalan el encaje jurídico de la amnistía. Es un trabajo meritorio, pero ya se sabe que, en una cuestión tan interpretativa como esta, puede haber tantos dictámenes como opiniones que, con la misma convicción, lleguen a conclusiones opuestas.

Con este reparto de papeles, y con las encuestas en la mano, Pedro Sánchez podrá hacer un balance de daños y evaluar si la pólvora que está gastando el Partido Popular contra la amnistía, con movilizaciones en las calles y decibelios mediáticos, consigue mover el tablero electoral.

Lo cierto es que mientras se habla de la amnistía no se habla de otras cosas. O por lo menos en público. Y podría darse el caso paradójico de que la amnistía sea, en realidad, lo menos costoso para Pedro Sánchez, más allá del desgaste político inicial, que el tiempo puede remediar. Si, además de una solución política a la represión judicial del independentismo, se ponen encima de la mesa otras cuestiones más materiales como el modelo de financiación autonómica, que perpetúa un déficit fiscal crónico para Catalunya y otros territorios, o el traspaso de la red ferroviaria de Rodalies, es posible que los problemas para el PSOE sean todavía más complejos de gestionar­.

Para Sánchez puede ser más costoso abrir el melón de las competencias y la financiación que la amnistía

Con la excepción de Catalunya y el País Vasco, el PP controla el poder autonómico, con Madrid, Andalucía y Valencia a la cabeza. Los socialistas solamente presiden Castilla-La Mancha, Navarra y Asturias. Por ello, si las demandas de los partidos independentistas se centran también en los aspectos clásicos, que tradicionalmente habían marcado las negociaciones entre los partidos nacionalistas y los aspirantes a ocupar la Moncloa, puede ser que los frentes se multipliquen.

Es seguro que el PNV no dejará la oportunidad de sumar para Euskadi alguna competencia relevante, y la experiencia ha demostrado que el Estado puede pagar la factura vasca. Cuando los beneficiarios son los catalanes, con un PIB más de tres veces superior al del País Vasco, las cosas se complican. Dar competencias a Catalunya o corregir el injusto déficit fiscal siempre desata una gran tormenta política, que agita una idea profundamente injusta de insolidaridad. En este contexto, la rebelión de las autonomías gobernadas por el PP, pidiendo café para todos, estaría asegurada y el coste político para Sánchez podría ser más alto que el de la amnistía.

Todavía es pronto para saber dónde estará el denominador común que desencalle la investidura. Lo único seguro, pase lo que pase, es que para la derecha Sánchez habrá cedido ante los independentistas. Si es por la amnistía, será un traidor, y si es porque traspasa competencias o mejora la financiación, será un insolidario. Con este panorama no es descartable que Sánchez quiera cuadrar el círculo con la amnistía y nada más. Y que el TC haga el resto.

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